Atrapados entre Egipto y el mar, los miembros de la milicia terrorista venden cara su vida con el único objetivo de la supervivencia
NotMid 15/01/2024
MUNDO
La guerra nunca sucede tal cual se diseña en los mapas. Barreras que parecen sencillas de superar se defienden hasta el último hombre durante semanas, mientras que fortalezas con fama de inexpugnables caen en horas por el efecto del pánico. Después de 100 días de tormenta de plomo y fuego, el resultado de este nuevo episodio bélico en Oriente Próximo, uno de los más sangrientos hasta la fecha, sigue siendo incierto.
Después de los pavorosos atentados de Hamas el pasado 7 de octubre, el Gobierno de Benjamin Netanyahu eligió entre los planes que guarda en el cajón y eligió uno para combatir a la milicia en su guarida al precio que sea. La estrategia, basada en lo visto sobre el terreno, era cortar el territorio en dos con un avance rápido para crear una gran bolsa de combatientes en la capital de la Franja. Al principio los objetivos se cumplieron rápido. Pero en las últimas dos semanas algo ha cambiado. En cualquier conflicto los bandos se adaptan, aprenden de sus errores y buscan nuevas maneras de hacer daño.
Israel usó toneladas de bombas aéreas, de artillería y de misiles como nunca las ha utilizado antes para laminar pueblos y ciudades y dejarlo todo como una polvorienta explanada. El objetivo era no tener que combatir a Hamas calle por calle y casa por casa, un terreno de juego que favorece a sus milicianos, armados casi siempre con los eternos AK47 y lanzagranadas RPG al hombro. Si caen los edificios, Hamas no tiene dónde combatir. A eso hay que sumarle la inundación o voladora de la red de túneles en los que se protegen sus miembros. Destruidos los unos y los otros, los carros de combate Merkava y los gigantescos bulldozers de Israel abrieron corredores hasta el mar y dividieron la Franja en dos desde HaBezor, en el este, hasta Al Zahara, en la orilla mediterránea, coincidiendo con el cauce del río Gaza.
El uso masivo de bombas de aviación no ha discriminado entre terroristas y civiles. Prueba de ello son las insoportables cifras de muertos. Casi 25.000 fallecidos, de los cuales 10.000 son menores de edad según Unicef, es la factura hasta el momento, una cifra tan escandalosa que ha provocado la apertura de un proceso por genocidio por parte de Sudáfrica en el Tribunal Penal Internacional. El 76% de las viviendas del norte de la Franja ya no existen.
En la primera fase, el objetivo de Hamas era ralentizar el avance israelí con pequeños ataques de guerrilla usando túneles y las ruinas de los edificios como protección. No le funcionó. Hace dos semanas que Israel se hizo con el control de las principales ciudades, carreteras y puntos elevados del norte. Miles de miembros de Hamas han caído en manos del ejército de Israel y ahora se encuentran detenidos en la prisión de Sde Teman, en pleno desierto del Negev, conocida como “el Guatánamo israelí”.
Terminada esta primera fase, Israel ha seguido su ruta hacia el sur, pero con más problemas de los previstos. La 98 división del ejército de Israel llegó hace unos días a las cercanías de Jan Yunis, uno de los lugares donde Hamas cuenta con más apoyo. Entonces la resistencia se multiplicó y los avances de sus columnas blindadas se han frenado. Hamas ha cambiado de táctica, como explica el Instituto de Estudios de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés): “Después del alto el fuego, la milicia y otras facciones aliadas parecen haber mejorado su armamento y adaptado sus tácticas basándose en las lecciones aprendidas durante el último mes de combates en la Franja de Gaza”.
Las brigadas Al Quds, consideradas como las más fanáticas y entrenadas en la milicia islamista, han comenzado a atacar con morteros las vías logísticas de Israel para evitar que municionen y carguen combustible con la comodidad con la que lo hicieron en el norte. Además, Hamas ha empezado a usar con asiduidad drones de observación y suicidas contra las tropas israelíes implicadas en el avance y un arma que tan sólo habían probado dos veces en el norte llamada EFP o ‘explosively formed penetrators’, por sus siglas en inglés. Se trata de una munición antitanque que expande su metralla de 10 a 40 metros alrededor y que resulta letal contra infantería. Israel está obligada a usar blindados tripulados a distancia para entrar en esas trampas de Hamas antes de meter a su infantería por culpa de ese nuevo artefacto.
Este tipo de tácticas suponen en estos momentos un desafío contra Israel, que posee un ejército mucho más poderoso que la milicia, pero que tiene que avanzar con cautela. Hamas está acorralada en el sur entre el enemigo, el mar y Egipto y ya no tiene más salida que la lucha hasta la muerte, por eso ahora sus miembros son más peligrosos y están más motivados. Cabe recordar que el objetivo de Israel es la destrucción completa del grupo y que el objetivo de Hamas es el opuesto: la victoria es la supervivencia. ¿Tiene Hamas posibilidades reales de frenar a las tropas de Israel? No demasiadas, pero sí puede provocarles muchas bajas y atascar su avance lo suficiente como para que eso desate una crisis en Israel.
Según varias fuentes de inteligencia citadas por Al Jazeera, Hamas ha incorporado en esta fase las lecciones aprendidas en la lucha callejera en el área de Jenin (Cisjordania) durante el año 2002, en la que mataron a 23 soldados israelíes, unidas a la colaboración de Hizbulá sobre cómo fabricar cohetes, explosivos improvisados y drones de fabricación propia. Por supuesto, las emboscadas, sobre y bajo tierra, están a la orden del día: “Utilizan muñecos y mochilas de niño con altavoces que emiten sonido de llanto”, aseguran las Fuerzas de Defensa de Israel en un comunicado. “Fueron colocados intencionalmente cerca del pozo que conecta con una gran red de túneles”.
En ese escenario de guerra asimétrica, engaño, emboscada y fuego indiscriminado, la lucha por encontrar a los 136 rehenes que aún permanecen en manos de los terroristas se torna mucho más complicada. En uno de los episodios más confusos de esta ofensiva, hace tres semanas varios soldados israelíes abatieron a tiros a tres de ellos que mostraban banderas blancas y habían escrito un cartel con el mensaje: “Ayuda. 3 rehenes”. Ese acontecimiento, unido a la falta de resultados, está exasperando a las familias de los secuestrados, que ya no se ahorran calificativos contra Netanyahu: “Nos ha abandonado”, es el mensaje que más repiten los familiares, reunidos cada día en una céntrica plaza de Tel Aviv.
Para los gazatíes vivos, casi todos hacinados entre Jan Yunis y Rafah, las perspectivas nunca han sido tan sombrías. Tras los bombardeos que ha sufrido la Franja les queda hacer frente a una posible hambruna en ciernes y a las epidemias que puedan surgir al no poder enterrar a miles de víctimas bajo los escombros y al no contar con agua potable. En este contexto apocalíptico, el cólera aparecerá tarde o temprano. De momento, el gobierno de Netanyahu, con algunas declaraciones que pueden haberles alfombrado el camino al banquillo de los acusados, ha permitido a la milicia radical apuntarse algunos tantos: que el asunto palestino regrese a los titulares, que se abra el caso por genocidio en La Haya y que muchos líderes occidentales ya no puedan sacudirse la imagen de hipócritas.
En estos 100 días de guerra varias preguntas han quedado por contestar: ¿Qué es lo que pretende Israel? ¿Conquistará Gaza para anexionarla? ¿Entregará su gestión a la Autoridad Nacional Palestina, que controla Cisjordania desde hace décadas? ¿Cuál es la teoría de la victoria para Netanyahu? ¿Qué le sucederá a este gobierno tras la guerra después del inexplicable fallo de seguridad del 7 de octubre?
Para la televisión de Israel la destrucción de las ciudades gazatíes es un tabú. Apenas se ven imágenes de muertos. La publicación de cifras de soldados fallecidos o heridos también es polémica: su ministerio de Defensa habla de unos 200 muertos y unos 4.000 heridos, unas cifras que parecen incompatibles con el infierno que se vive en la Franja. Después de 100 días de tormenta de fuego, palestinos e israelíes se preguntan también cómo será la convivencia entre ambos cuando termine la pesadilla. Pero ese día, el día después, aún parece muy lejano.
Agencias