NotMid 27/12/2022
OPINIÓN
China vuelve a cruzar la línea roja en su amenaza de anexión sobre Taiwan. Lo hizo físicamente el día de Navidad, lanzando 71 cazas y drones contra la frontera no oficial que media entre el continente y la isla rebelde en aguas del Estrecho: hasta 41 de ellos sobrepasaron la barrera invisible que Pekín venía respetando, en la mayor incursión desde el pasado verano.
Además de jugar con fuego real, Xi Jinping ha inflamado también una retórica belicista que tuvo su punto álgido en el discurso con el que consolidó sus poderes absolutos durante el último Congreso del Partido Comunista: el presidente aplicará en Taiwan la receta de Hong Kong, donde ha fulminado el modelo un país, dos sistemas por el que la ex colonia británica gozaba de un régimen de libertades que queda ahora suspendido mientras se amordaza a la prensa y se cancela a la oposición democrática.
El último simulacro de combate en Taiwan es la respuesta de Xi al plan de seguridad con el que su homólogo norteamericano, Joe Biden, quiere blindar a la isla: 10.000 millones en cinco años y un programa de entrenamiento militar. Washington intenta así proteger a su aliado estratégico en una región convertida en polvorín por los peligrosos afanes expansionistas de un gigante asiático cada vez más envalentonado.