NotMid 30/12/2022
EDITORIAL
La política de Covid cero impuesta por Xi Jinping se ha revelado un desastre en China y una grave amenaza en todo del mundo. El país donde surgió el coronavirus puede ahora convertirse otra vez en epicentro de nuevas variantes que pongan en jaque la salud de millones de personas. La apuesta del presidente por confinar al país en el bucle de 2020 -con durísimos confinamientos y pruebas distópicas- ha pasado enorme factura económica y psicológica a su población y terminó en estallido social, forzando una peligrosa apertura exprés.
El problema es que para apagar el incendio político en la calle, la autocracia china ha aventado uno mayor, al abrir de golpe las compuertas de una presa vírica que ha provocado ya un tsunami de millones de contagios en el país y empieza a desbordar las fronteras del gigante asiático: Milán ya ha reportado que la mitad de visitantes que llegan de China son positivos y Estados Unidos ha impuesto tests a viajeros independientemente de su nacionalidad o cartilla de vacunación.
Una vez más, no ayuda la opacidad con la que Pekín está abordando la crisis sanitaria, que recuerda a los primeros compases de expansión de la cepa de Wuhan, cuando era más urgente ponerle coto a la crítica que a la propia enfermedad.