El Gobierno comienza a dar señales de que está escuchando a los manifestantes, por ejemplo decretando el fin de los bloqueos en algunos distritos
NotMid 01/12/2022
ASIA
De estirar el miedo al virus, a comenzar a rebajar la amenaza y decir a la población por primera vez que la variante predominante Ómicron es menos mortal que las anteriores. El Gobierno chino ha comenzado a lanzar señales de que está escuchando a los manifestantes, aunque no lo reconozca públicamente: se avecina una nueva etapa, probablemente más flexible, en la política de contención de la pandemia dentro de la única gran economía que sigue aislada del mundo.
La movilización contra el Covid cero que se extendió por todo el país ha comenzado a dar sus frutos: funcionarios del Gobierno y medios estatales, aunque continúan sin citar las protestas, dan un leve giro a la narrativa fatalista, un guiño a las demandas de los manifestantes al que acompaña el levantamiento de algunos bloqueos.
Ocurrió el miércoles por la noche en las ciudades de Guangzhou y Chongqing, al sur y al oeste del país, escenarios de las últimas protestas el día anterior, que acabaron con enfrentamientos entre manifestantes y antidisturbios ataviados con el traje protector blanco. Las autoridades de estas dos urbes anunciaron una flexibilización de las restricciones.
En Guangzhou se decretó el fin de los bloqueos que habían paralizado la vida de 11 distritos durante las últimas semanas tras el aumento de casos positivos, y los 15 millones de residentes ya no necesitarán hacerse una prueba PCR cada día. En Chongqing, los contactos cercanos de personas infectadas ya no serán llevados a mega centros de cuarentena y podrán cumplir el aislamiento en sus hogares. Un paso importante que habían demandado los ciudadanos y en el que las autoridades no habían cedido hasta ahora.
En Pekín podrían ir pronto incluso más allá y permitir que los infectados asintomáticos permanezcan en sus casas. Una desviación completa de la política anterior en un momento clave además porque en la capital se están disparando los contagios como nunca en toda la pandemia. Además, se ha prohibido levantar en las urbanizaciones las famosas vallas azules de acero con las que China lleva sellando viviendas durante toda la pandemia.
Los medios locales han dicho que la comunidad que reporte algún positivo, se precintará con cintas en un cierre que no debería durar más de un día. La misma medida se anunció el jueves en Shanghai, uno de los epicentros de las protestas más concurridas. Además, 24 distritos del centro financieros designados como de “alto riesgo”, que significaba que los residentes podían salir a la calle, pero no desplazarse a otras zonas de la ciudad ni entrar en lugares públicos, fueron liberados completamente de restricciones.
LA NECESIDAD DE UN ENFOQUE MÁS HUMANO
El miércoles, tras una reunión con expertos de la Comisión Nacional de Salud, la viceprimer ministra Sun Chunlan, quien ha liderado la batalla contra la Covid-19 durante los últimos tres años, dijo que el país se abría a “un nuevo capítulo en la respuesta pandémica del país con refinamientos pequeños y progresivos”, algo que podría conducir a un levantamiento escalonado de las restricciones más duras que acostumbraba la política de Covid cero.
Sun habló de la necesidad de adoptar un “enfoque más humano” y precisó que la variante Ómicron es más transmisible pero menos mortal. “El país enfrenta una nueva situación y nuevas tareas a medida que disminuye la patogenicidad del virus Ómicron, la vacunación se generaliza y la experiencia crece en prevención y control”, apuntó. Es la primera vez que un alto funcionario chino reconoce el cambio en la naturaleza del virus sin añadir la coletilla habitual de que, si se relajan las restricciones, mucha gente podría morir porque China cuenta con una gran población y mucha gente mayor no vacunada.
Este giro tiene mayor simbolismo si se tiene en cuenta que el gigante asiático está atravesando su peor brote desde el comienzo de la pandemia, con más de 30.000 casos diarios. En vez de recomendar severos confinamientos masivos prolongados, desde la Comisión Nacional de Salud ahora dan instrucciones a las autoridades locales para que construyan más hospitales que puedan tratar a pacientes con síntomas graves. Una de las preocupaciones básicas es que la infraestructura sanitaria del país no esté preparada para resistir una oleada de pacientes que necesiten cuidados intensivos
RELANZAR LA VACUNACIÓN
Otro de los planes presentados por los funcionarios esta semana ha sido relanzar la campaña de vacunación, especialmente entre los ancianos, que han sido un gran obstáculo para la reapertura. Los últimos datos apuntan a que el 68,7% de las personas mayores de 60 años han recibido tres dosis de la vacuna, mientras que la tasa es solo del 40,4% en las personas mayores de 80 años, muy reticentes a vacunarse en un país donde nunca han obligado a ello.
El año pasado hubo pequeños conatos de protesta cuando en algunas provincias se intentó exigir la obligatoriedad de presentar un certificado de vacunación para entrar a edificios de oficinas, supermercados o al metro. Pero con la resistencia popular ante el mandato, sobre todo de los más mayores, las autoridades sanitarias nacionales instaron a los gobiernos locales a corregir la medida, pidiendo que la vacunación continuara siendo voluntaria.
En China se ha ofrecido a los abuelos seguros gratuitos para que se les borre algo el miedo a los pinchazos. Incluso en Pekín se les trató de incentivar con cheques de 50 euros por dosis, o regalándoles huevos y papel higiénico en los supermercados.
Lucas de La Cal