Nuevos y viejos rostros contienden mañana en una de las elecciones legislativas más polarizadas que se recuerdan en Estados Unidos
NotMid 07/11/2022
USA en español
En su último anuncio de televisión Ron DeSantis menciona a Dios diez veces en 96 segundos. “Y en el octavo día, Dios miró hacia abajo en su paraíso planeado y dijo: ‘Necesito un protector’. Y así Dios creó a un guerrero”. De esa guisa se percibe a sí mismo la gran alternativa republicana a Donald Trump en la carrera hacia la Casa Blanca de 2024, candidato mañana a la reelección como gobernador de Florida y uno de los rostros visibles de una de las elecciones legislativas más atípicas y polarizadas que se recuerdan en Estados Unidos.
El anuncio de DeSantis, el hombre que metió a 48 indocumentados en un avión y los envió a Martha’s Vineyard (Massachussets) en señal de rechazo a la inmigración ilegal, es solo una gota del océano que suponen unos comicios en la primera potencia mundial. Rara vez decepcionan, a caballo entre lo extravagante y lo patriótico, con ciertas dosis de espectáculo circense y las inevitables inyecciones de ilusión de los que aún creen en un futuro mejor.
Las legislativas que se celebran mañana en todo el país, con el control del Senado y la Cámara de Representantes en juego -y por extensión el futuro político del presidente Joe Biden– son todo eso y un poco más, un crisol de rostros nuevos y veteranos librando una enconada batalla entre dos corrientes en apariencia irreconciliables en medio del ambiente más crispado de las últimas décadas.
Los progresistas claman estar en la lucha por preservar la Constitución y el orden democrático establecido frente al negacionismo de algunos candidatos republicanos que han puesto en duda el sistema y los resultados oficiales de las urnas, en lo que parece una extensión del discurso que propagó Trump en su intento desesperado por aferrarse al poder.
La ambición más allá de la mera victoria electoral es perceptible en algunos discursos de campaña. Los analistas políticos creen que podrían cambiar las reglas del juego dependiendo de quién se lleve el gato al agua en determinados distritos. En Wisconsin, Ron Johnson, el senador republicano que busca ocupar el puesto seis años más, ha dejado en el aire la posibilidad de no aceptar los resultados del martes si no le favorecen. “Espero poder hacerlo, pero no puedo predecir lo que los demócratas estén planeando”, dijo el viernes, en una carrera electoral donde le saca dos puntos a su rival en las encuestas, el vicegobernador Mandela Barnes.
La misma postura ha adoptado una de las estrellas emergentes de los republicanos, Kari Lake, la candidata republicana al sillón de gobernador de Arizona. No reconocerá los resultados a menos que sean “justos, honestos y transparentes”, una postura similar a la de los aspirantes a fiscal del distrito y senador de su partido. Sostienen con absoluto convencimiento y sin prueba alguna que a Trump le robaron las elecciones en 2020.
La sombra del ex presidente sigue siendo muy alargada. De su estela se han asido varios para subir en las encuestas y hacer posible el sueño de una victoria electoral. En Carolina del Norte, Bo Hines es el candidato de Trump al Congreso, un ex jugador de fútbol universitario de 27 años que jugó para los Yale Bulldogs, entre otros equipos. Hines ha dicho que solo se debe permitir el aborto en su Estado a mujeres víctimas de violación o de incesto a través de una revisión de una junta comunitaria y al margen del gobierno federal.
No es el único atleta tirando de carrera deportiva como única credencial política. Una de las contiendas más apretadas en las encuestas la está protagonizando Herschel Walker en Georgia, otro hombre respaldado por Trump. En su caso, una victoria podría ser decisiva de cara al control del Senado por los republicanos. El hecho de que su ex mujer le acusara de haberle puesto una pistola en la cabeza y le dijera que le iba a “volar los sesos” no ha impedido que suba en la intención de voto y que pueda derrotar a Raphael Warnock, un reverendo demócrata.
De acuerdo al hijo de Walker, Christian, su padre representaba tal peligro que él y su madre se tuvieron que mudar hasta seis veces para “alejarse de su violencia”, un hecho que Trump obvió cuando envió un comunicado para apoyar su candidatura al Senado. ¿No sería fantástico si el legendario Herschel Walker se postulara para el Senado de Estados Unidos en Georgia?”, dijo el neoyorquino. “Sería imparable, como lo era cuando jugaba para los Georgia Bulldogs y en la NFL. También es una GRAN persona. ¡Corre Herschel, corre!”.
Los demócratas confían en contrarrestar el ‘efecto Make America Great Again’ con algunas de sus superestrellas, pese a tener un camino complicado hacia la victoria. En Texas, Beto O’Rourke volverá a intentar la proeza de la que estuvo cerca hace cuatro años, cuando se quedó a dos puntos y medio de su rival, el senador Ted Cruz. Pese a su derrota, O’Rourke estableció un récord al registrar más votos que ningún otro candidato demócrata en el Estado y generar atención en todo el país.
El reto actual se antoja aún mayor: derrotar a una de las figuras más controvertidas del país, el gobernador republicano Greg Abbott, un político con la prohibición del aborto a nivel estatal en su haber, una pésima respuesta ante la matanza del colegio de Uvalde, donde fallecieron 19 niños a manos de un tirador, y sus duras políticas migratorias. Su decisión en septiembre de enviar dos autobuses con indocumentados a la residencia en Washington de la vicepresidenta el gobierno, Kamala Harris, dio la vuelta al mundo.
Las opciones de O’Rourke pasan en parte por movilizar el voto latino y capitalizar el malestar por las políticas de Abbott, especialmente con respecto al aborto, aunque las encuestas le sitúan a una distancia considerable. Cuesta arriba también lo tiene otra de las estrellas de la bancada progresista, Stacey Abrams, que en 2018 perdió las elecciones por un estrecho margen frente a Brian Kemp y que no pierde la esperanza de desbancarlo.
Más allá de la evidente crispación entre ambos bandos, la buena noticia la ha vuelto a aportar la estadística. Hay más mujeres que nunca nominadas para gobernar Estados y para legislaturas estatales, más negros aspirantes al Senado y más posibles congresistas que pertenecen al colectivo LGBTQ, además de más mujeres hispanas.
En la Cámara de Representantes se ha establecido un récord: 37 candidatas son latinas, incluyendo las que se identifican con un segundo grupo étnico o racial, con mayor predominancia del Partido Demócrata, aunque las republicanas aportan más caras nuevas. Claro que de los 33 aspirantes al Congreso abiertamente homosexuales, bisexuales o transgénero, 31 son demócratas. En eso también la diferencia es abismal en este guerra de mundos opuestos.
Agencias