Las elecciones se presentan como un plebiscito contra el autoritarismo trumpista del actual mandatario, al que se opone la también controvertida figura de Lula da Silva, favorito para volver a la presidencia que ejerció entre 2003 y 2011
NotMid 01/10/2022
EDITORIAL
Brasil vota mañana fracturado en dos extremos antagónicos y con el reto de recuperar una institucionalidad quebrada por el polémico mandato del presidente Jair Bolsonaro. Las elecciones se presentan como un plebiscito contra el autoritarismo trumpista del actual mandatario, al que se opone la también controvertida figura de Lula da Silva, favorito en una campaña en la que se ha autoproclamado como único baluarte de la «democracia frente al fascismo».
De ganar las presidenciales y retomar el cargo que ya ejerció entre 2003 y 2011, el líder del Partido de los Trabajadores también lo tendrá difícil para cohesionar a la sociedad brasileña en torno a su proyecto izquierdista, al considerarle la mitad de los ciudadanos un «comunista» que arruinará el país. El balance político de Bolsonaro es, sin embargo, lo suficientemente negativo -recientemente ha llamado a los brasileños a «comprar armas para no ser esclavizados»- como para considerar su segundo mandato una amenaza para el propio sistema. Sus ataques contra los jueces del Supremo y contra el propio sistema electoral -que ha puesto en tela de juicio hasta el punto de amagar con no reconocer el resultado de las urnas- convierten a Lula en la dudosa alternativa para frenar la deriva antidemocrática del país. Pero también en una apuesta arriesgada que afianzará el eje del populismo latinoamericano.