Sus ideas triunfan en el mundo, desde Milei a Trump, pasando por Steve Jobs o el jefe de Uber
NotMid 25/11/2023
OPINIÓN
LUCÍA MÉNDEZ
En los libros de Filosofía de BUP estudiamos la obra de muy pocas mujeres filósofas. Nunca supimos de la relevancia de una pensadora nacida en San Petersburgo que triunfó en los Estados Unidos porque proporcionó corpus filosófico al modo de vida americano.
Ayn Rand murió en 1982 y, desde entonces, su sagrada sombra se esconde detrás de los acontecimientos que han llevado a las democracias occidentales a donde están y a los ciudadanos al profundo malestar con sus sistemas políticos. Rand es una filósofa adorada, controvertida, brillante, provocadora y muy influyente. Su reivindicación del egoísmo como virtud, su idea mística de la libertad individual, su defensa cerrada del divino libre mercado, su idea de que el altruismo es una perversión, su convicción de que el amor al prójimo no debe estar por encima del amor a uno mismo o su combate contra el Estado como el gran enemigo del individuo son solo un pálido resumen de las ideas más sumarias de una obra densa y exigente. Consigo misma y con los demás.
Pero ni mucho menos su influencia se limita al mundo de las ideas. Rand fue la inspiradora del modelo de libertad absoluta y juerga sin fin de los mercados financieros de Alan Greenspan, que colapsó en 2008. La desregulación no funcionó como preveía el autor intelectual de la política monetaria.
Rand es la inspiración de los amos del mundo digital, o sea, del mundo en general, incluidas las vidas, las costumbres, las conciencias y el narcisismo de todos los humanos que tienen móvil. El manantial es una de sus novelas más célebres. El arquitecto Howard Roarck prefiere volar los edificios que le encargan antes de asumir un cambio en sus proyectos. Sus principios éticos le obligan a actuar así. Su alegato final ante el tribunal es una rotunda pieza oratoria que se saben de memoria todos los admiradores de Rand. Una ardiente defensa de lo individual frente a lo colectivo.
Aquí reside la victoria de la admirada filósofa. Sus ideas triunfan en el mundo, desde Milei a Trump, pasando por Steve Jobs o el jefe de Uber. Igual que el arquitecto de El Manantial o los empresarios de La rebelión del Atlas que combaten al Estado desde las montañas, los amos tecnológicos exigen libertad absoluta para cambiar el mundo y modelar las mentes de todos los humanos. Sin importarles las consecuencias individuales de sus actuaciones. Mucho menos las colectivas, claro.