El país africano replicó fulminantemente al Gobierno por la vía de los hechos al suspender el tratado de amistad con España
NotMid 09/06/2022
EDITORIAL
La inconsistencia en política exterior de este Gobierno es una triste evidencia. Del caso Ghali a Pegasus, pasando por las embajadas separatistas o la voz cacofónica de la coalición en vísperas de la cumbre de la OTAN, es imposible encontrar alguna estrategia coherente a la actuación de un ministerio que ya purgó a su anterior titular por exigencia de Marruecos. Sea por el exitoso chantaje de Rabat mediante la utilización de miles de inmigrantes arrojados contra la frontera de Ceuta, sea por el no aclarado robo de datos del móvil del presidente, lo cierto es que Sánchez imprimió un giro unipersonal y sorpresivo a la postura tradicional de España en el Sáhara, avalada por la ONU y por todos los partidos, también el PSOE.
Albares aseguró entonces que Argelia había sido informada. Este miércoles, tras el pleno en el que Sánchez explicó su nueva posición con Marruecos, Argelia replicó fulminantemente. Primero, por la tarde, al suspender el Tratado de Amistad con España. Después, por la noche, ordenando a sus bancos bloquear las relaciones comerciales. A nadie se le ocultan las previsibles consecuencias de este portazo en la factura del gas, que depende en buena medida del suministro argelino. Si se logra restablecer la amistad será a un alto precio, en mitad de una escalada inflacionista y una guerra de la que no se ve el final. El coste del cesarismo irresponsable de Sánchez lo vamos a pagar todos los españoles.