La manga larga no es un atributo del cuerpo, sino del alma
NotMid 18/06/2022
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Un sol blanco tiraniza el país. El cielo se deshidrata, se decolora hasta cobrar una lividez enfermiza y bajo su sábana se respira con dificultad de desahuciado. Cada tímido movimiento es usado en nuestra contra por un tribunal cósmico. Una sonda de vapor opresivo baja por nuestra garganta y se coagula en el pulmón formando terrones de plomo limado. Los poros se abren como esfínteres en huelga y el sudor fluye libre hasta convertir cualquier colchón en una cama de agua. En semejantes circunstancias no queda otro remedio que terciar en la cuestión palpitante de la edad antropocénica. José Antonio Montano la ha suscitado en estos términos categóricos: manga larga o manga corta. Tertium non datur. Y él ha tomado furioso partido por la segunda.
Montano es un zelote de la camisa de camarero. Un cruzado contra la herejía del orugamiento mangalarguista: ese dobladillo, a veces triplecillo, que los enemigos de la manga corta no tenemos más remedio que aplicar a nuestras camisas de verano, que son las mismas que las de invierno si incluimos la ligera salvedad del lino. Montano patrulla las redes castigando con su intransigencia a los elegantes incautos que defienden el fuerte asediado de la masculinidad normativa, en desigual combate contra la dictadura de la comodidad. Ese varón que se niega a condescender con la sandalia aunque emulsione el asfalto. Ese que hace no menos de tres llamadas -novia, madre, hermana- antes de arriesgarse a unas bermudas. Y ese que una mañana entregó sus camisas de manga corta a Cáritas, rezó tres avemarías de penitencia y juró no pecar en adelante.
El argumento de Montano no se orienta tanto a favor de la manga corta, que sabe íntimamente indefendible, como en contra de la voluta superflua, y en esto es coherente con su preceptiva literaria. Ahora bien, desde Kant definimos el arte como ámbito de lo inútil, finalidad sin fin. ¿Qué sería de las calles españolas si su último supermán sin capa pero con manga larga cediera al criterio utilitario? ¿No advendría el imperio del mamarrachismo? La manga larga no es un atributo del cuerpo, sino del alma.
Aquel Nietzsche al que Montano no es ajeno sentenció en Humano, demasiado humano que tenemos el arte para no morir de la verdad. Bajo la cruel verdad del calor los mangalarguistas nos arremangamos en defensa de la hidalguía barroca y el decoro clásico para no ser, todavía, demasiado humanos.
ElMundo