Tras tres años de estrictas medidas contra el Covid-19, el país asiático tiene ahora que aprender a convivir con el virus, pero tardará en acostumbrarse
NotMid 09/12/2022
ASIA
Los medicamentos para la tos y la fiebre estaban agotados el jueves por la tarde en una de las farmacias del distrito de Dongcheng, cerca del centro de Pekín. Lo mismo había ocurrido en otros establecimientos de la ciudad, donde se formaron largas colas y los vecinos arrasaron con todos los antifebriles e ibuprofenos que pudieron. Tras la relajación de los controles del Covid cero y con la primera gran ola de coronavirus sacudiendo la capital, fue tal la avalancha hacia las farmacias, y también la compra masiva de fármacos en plataformas online, que hubo problemas con el stock y la Administración Municipal de Medicamentos tuvo que publicar una nota en un periódico local para pedir calma a los ciudadanos: “Por favor, compre medicamentos de manera racional y no se abastezca a ciegas”.
Jon Liu, un empresario treintañero de Pekín, fue uno de los que hizo acopio de paracetamol y pruebas de antígenos. “Por primera vez, en tres años de pandemia, conozco a gente que se está infectando”, asegura. “Por un lado, estoy contento de que hayamos dado el primer paso para recuperar la normalidad, pero también tengo miedo porque nos han acostumbrado durante mucho tiempo a vivir bajo una sobreprotección extrema a un virus que nos vendían como un asesino despiadado, y ahora parece que quieren que de golpe aprendamos a convivir con él”.
El sentimiento contrariado de Jon es compartido por muchos chinos. Se alegran de que al fin las autoridades les den algo de respiro y flexibilicen las restricciones, pero temen a que una explosión masiva de infecciones desate una crisis sanitaria sin precedentes en un país con muchos rincones que son tierra virgen para el virus y que carecen de infraestructuras apropiadas para atender una oleada de casos graves, con una población que tiene baja inmunidad natural contra la enfermedad y con muchos abuelos que siguen siendo reacios a vacunarse.
Exponiendo los datos quizá se entienda mejor la convivencia de miedo y optimismo tras el comienzo de la reapertura paulatina que ha iniciado China para salir de la prisión del Covid cero: en tres años, en un país con más de 1.400 millones de habitantes, se han infectado menos de dos millones y han muerto oficialmente 5.235 personas. La tasa de vacunación, especialmente entre los ancianos, es preocupantemente baja: el 68,7% de las personas mayores de 60 años han recibido la pauta completa, mientras que la tasa es solo del 40,4% de las personas mayores de 80 años. A esto hay que sumar que los sueros aprobados ofrecen una protección inferior a las nuevas variantes que los fabricados en el extranjero.
Zhou Jiatong, jefe del Centro para el Control de Enfermedades en la región suroeste de Guangxi, dijo el mes pasado que China se enfrentaría a más de dos millones de muertes si afloja las restricciones de COVID. Algo menos, millón y medio de fallecidos, fue lo que estimaron científicos chinos y estadounidenses en una investigación publicada en mayo en la revista Nature, pronosticando que la demanda máxima de cuidados intensivos sería más de 15 veces la capacidad actual. Otro estudio reciente de Bloomberg Intelligence estimó que relajar por completo los controles podría dejar a 5,8 millones de chinos necesitando cuidados intensivos en un sistema sanitario con solo cuatro camas por cada 100.000 personas.
“No creo que sea seguro alejarse de la estrategia de Covid cero a corto plazo porque podría resultar en un desastre de salud pública”, advierte en el diario South China Morning Post Ben Cowling, jefe de la división de epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong. En la ex colonia británica, la compañía de análisis Airfinity, usando los datos de la ola de infecciones que golpeó en marzo la ciudad con la variante de ómicron BA.1, dejando más de 75.000 casos diarios cuando se relajaron las restricciones, estima que un levantamiento inmediato de las medidas en el continente podría dejar entre 167 millones y 279 millones de casos en todo el país, y entre 1,3 millones y 2,1 millones de fallecidos.
Agencias