NotMid 08/04/2025
EDITORIAL
China vuelve a encabezar el ranking de países que aplican la pena de muerte, una práctica que viola los derechos humanos y por tanto no tiene cabida en ninguna sociedad abierta. El dato se publica justo cuando el gigante asiático, que Pedro Sánchez visitará esta semana por tercera vez en dos años, trata de blanquear su imagen para estrechar su alianza con Europa como contrapeso a la guerra comercial de Donald Trump. Y pone de relieve su condición de dictadura sin matices hasta el punto de decidir en secreto sobre la vida y la muerte de sus ciudadanos: según Amnistía internacional, Pekín ejecutó sin registro a miles de personas en 2024. Mientras, Arabia Saudí, Irán e Irak acapararon el 91% de las condenas a muerte de las que sí se tiene constancia, que alcanzaron la cifra más alta en 10 años:1.518.
La organización alerta sobre el inquietante uso global de la pena de muerte como arma contra manifestantes y grupos étnicos. Y su recurso como herramienta política para infundir miedo a la población y controlarla con el falso pretexto de mejorar su seguridad. Una tendencia también en auge en EEUU que se ha agudizado con la llegada de Trump, quien suele invocar la pena de muerte como instrumento para defender a la población «de violadores, asesinos y monstruos». Una forma de deshumanizar a los presos que representa un preocupante retroceso en la primera potencia mundial.