La guardia costera taiwanesa detuvo a un buque de carga con tripulación china, como sospechoso de cortar un cable submarino cerca de las islas Penghu, en el disputado estrecho de Taiwan
NotMid 26/02/2025
ASIA
Son grandes autopistas bajo el mar de las que dependen casi todas nuestras conexiones a Internet. Cables gigantes de fibra óptica, revestidos por acero y plásticos, que están enterrados en las rutas comerciales congestionadas por el tráfico de barcos mercantes, y que en la mayoría de zonas van sobre el lecho marítimo. Los barcos saben dónde están y no pueden detenerse encima de los cables para no dañarlos con sus anclas. En cambio, con frecuencia, saltan noticias de cortes de cables submarinos en aguas tan lejanas como las del Báltico y las del Mar del Sur de China.
En Europa se ha señalado a Rusia como la responsable de una guerra submarina híbrida. El pasado diciembre, fue dañado un cable submarino de 170 kilómetros que conectaba Finlandia con Estonia. Ambos países culparon al régimen de Putin. En noviembre, se desconectó otro cable de 217 kilómetros entre la isla sueca de Gotland y Lituania. Apenas 24 horas después, se rompió otro de estos cables de comunicaciones de 1.200 kilómetros entre Finlandia y el puerto alemán de Rostock.
Tras estos dos últimos incidentes, la marina danesa retuvo a un barco granelero chino por su presunta implicación en el sabotaje en el mar Báltico. Pero varios investigadores responsabilizaron a Rusia de utilizar el barco construido en China, país que tampoco se libra de las sospechas de guerra híbrida, pero en su caso más cerca de su costa, en las aguas que rodean a Taiwan.
El martes, la guardia costera taiwanesa detuvo a un buque de carga registrado bajo bandera togolesa, pero con tripulación china, como sospechoso de cortar un cable submarino cerca de las islas Penghu, en el disputado estrecho de Taiwan. “No se puede descartar la posibilidad de que haya sido un acto deliberado de zona gris”, dijeron las autoridades taiwanesas en referencia a un acto de interferencia por parte de Pekín.
Hace apenas un mes fueron cortados dos cables submarinos que conectaban a Taiwan con la isla periférica de Matsu. Un buque registrado en Camerún, pero también con tripulación china, fue retenido bajo sospecha de arrastrar el ancla sobre uno de estos cables, que fue financiado por Estados Unidos, el gran valedor internacional de esta isla que China considera una provincia separatista.
La guardia costera taiwanesa denuncia que, tanto en el último episodio de esta semana, como en los incidentes de enero, los barcos retenidos habían desconectado sus sistemas de identificación automática (AIS), que transmiten el nombre, la clase y la ubicación de la embarcación.
Fragilidad de Taipei
En Taipei manifiestan con frecuencia su preocupación por la fragilidad de sus conexiones a internet de cara a un posible ataque del ejército chino, que podría aislar con facilidad a una isla autogobernada que envía y recibe alrededor del 95% de su tráfico de datos a través de paquetes de líneas de fibra óptica que se extienden a lo largo de 14 cables. Estos tocan tierra en cuatro localizaciones costeras de Taiwan.
En los últimos tres años, el Ejército Popular de Liberación (EPL) de China ha realizado hasta cuatro grandes simulacros de invasión sobre Taiwan. En todos ellos sacaron a pasear sus barcos y aviones de combate alrededor de la isla para obstaculizar cualquier asistencia militar rápida por parte de las fuerzas aliadas de Japón. Filipinas o EEUU. Según explicó el veterano ex general del EPL Wang Hongguang, la estrategia a seguir después del bloqueo sería bombardear durante 24 horas objetivos militares taiwaneses, infraestructura crítica como centrales eléctricas y depósitos de combustible, y cortar los cables submarinos.
Además de protagonistas en un futuro choque entre China y Taiwan, estos cables también son una infraestructura importante en la llamada Ruta de la Seda marítima de Pekín. El país asiático puso hace años a sus gigantes de las telecomunicaciones (Huawei, China Telecom, China Mobile y China Unicom) a invertir en la construcción y mantenimiento de cables submarinos por todo el mundo (hay más de 500 activos que transportan el 99% de los datos intercontinentales y llegan a alrededor de 1.400 estaciones costeras de aterrizaje).
Esto despertó preocupaciones en Occidente por los planes del régimen chino para dominar una futura guerra cibernética o potenciar su espionaje usando estas conexiones. China Unicom fue el inversor principal del cable de 5.800 kilómetros que conecta Brasil con Camerún y que entró en funcionamiento en 2020. También ha participado en otros proyectos de infraestructuras submarinas para conectar África con Europa.
A la vez que China se ha estado esforzando por penetrar en las tuberías en internet, en EEUU, conscientes de que se tratan de activos estratégicos claves en conflictos, se han esforzado por excluir, con ayuda de aliados como Australia y Nueva Zelanda, a las empresas chinas de ambiciosos proyectos de cables submarinos en grandes extensiones del Pacífico. Es la nueva Guerra Fría bajo el mar.
Agencias