El discurso pretendidamente pacifista de Sánchez choca con la realidad. Europa necesita aumentar su gasto en Defensa
NotMid 15/01/2025
EDITORIAL
LA TOMA de posición crítica que el presidente del Gobierno oficializó ayer sobre la necesidad de que los países europeos incrementen su inversión en Defensa ante la amenaza rusa lanza un mensaje muy preocupante con el que España se distancia de sus aliados de la Unión Europea y la OTAN. En un foro tan significativo como la Conferencia de Embajadores, donde el Ejecutivo marca los ejes de su política exterior, Pedro Sánchez se pronunció de forma contundente contra la «deriva militarista» que aboca al mundo a «una carrera armamentísica», y defendió que afrontar la «crisis climática» es más importante que aumentar el gasto en «arsenales». Tras las palabras gruesas, impropias de un socialdemócrata europeo, y bajo un envoltorio de aire antitrumpista, el presidente dio un paso políticamente relevante. Tan solo 24 horas antes, Mark Rutte había avisado a los 32 Estados miembros de la Alianza Atlántica de que deberán invertir más en Defensa o bien «aprender ruso».
El discurso de Sánchez es contradictorio en sí mismo. Invocando el multilateralismo que Donald Trump promete desmontar, cuestiona una de las prioridades inmediatas que ambas organizaciones se han marcado. La elevación del gasto público en Defensa es una reivindicación creciente desde la invasión de Ucrania. Ante la posibilidad también de que Trump abandone su posición preeminente en la OTAN, es indispensable que Europa camine hacia su autosuficiencia.
Los socios de la Alianza fijaron en 2014 la tasa obligada del 2% del PIB nacional, pero ahora tanto la UE como la OTAN hablan de llegar a un mínimo del 3%. Lo grave es que España no solo parece oponerse a cualquier subida, sino que ni siquiera cumple con sus propios compromisos: somos el país de la Alianza que menos invierte, el 1,3%. Que con este balance Sánchez presente a España como un «aliado fiable» resulta cuando menos discutible. Que con la manifiesta pérdida de influencia internacional de nuestro país presuma de liderazgo choca frontalmente con la realidad.
El discurso proclamadamente pacifista de Sánchez, frente a «la extensión de los conflictos armados y de la retórica belicista», define la posición de España en el mundo. Con una guerra en las fronteras de la UE, el discurso más inequívocamente europeísta no es el de una paz etérea y ambigua, sino el de la firmeza frente a quien pretende socavar el sistema de libertades y derechos que es la UE. Azuzar la polarización presentando la política internacional como una falsa disyuntiva entre la justa lucha contra el cambio climático y una demoníaca escalada bélica es absurdo.
La jura de Trump el próximo lunes marcará el inicio de una cascada de profundos cambios geopolíticos con consecuencias impredecibles en todo tipo de órdenes, desde el económico hasta el cultural. En ese escenario incierto la posición de España no puede ser otra que la de contribuir al ahora debilitado liderazgo europeo en el mundo. Cualquier paso en otra dirección será un error inmenso.