Ante los «hechos tan graves que estaban pasando a su alrededor», Ayuso debía dimitir. Eso buscaba la operación de Estado del PSOE, Lobato incluido
NotMid 02/12/2024
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Del Congreso de los Imputados, que ha declarado la guerra a la democracia, la nación, el Estado y la gramática, lo más ridículo es la canonización mediática de Juan Lobato. Los periodistas se niegan a admitir que la izquierda, advocación de la mayoría de ellos, ha pasado del clan de la tortilla a la banda de Caracas; del socialismo sentimental al real, el de la represión y el atraco. Cuando el PCUS tuvo que afrontar los crímenes de Stalin, inventó un Lenin bondadoso cuya doctrina habría sido traicionada por el georgiano. La verdad era exactamente al revés, pero así todos mantenían el cargo y la superioridad moral: aunque creados por Stalin, hijos de Lenin. Ya dijo Cebrián que uno puede elegir a sus padres. Para borrar el rastro, sí.
Esto dijo el ético Lobato en la Asamblea de Madrid una hora después de la filtración a un sueldomedio -no pseudomedio-, enarbolando el documento delictivo:
«Estos días pienso en la gente que trata de ganarse la vida limpiamente. El daño que hace Koldo al PSOE me preocupa menos que el daño que hace a la democracia. Por eso el PSOE responde de forma inmediata y contundente, colaborando con la Justicia, caiga quien caiga, y apoyando todas las comisiones de investigación. ¿Cómo se responde a la corrupción? Sin victimismo, sin el y tú más. No hay cacerías, no hay persecuciones, no hay inspecciones de Hacienda salvajes, ¿pero eso qué es?»
Y siguió: «Ataca a los profesionales de la Agencia Tributaria, de los juzgados, de las Fiscalías, se aprovecha de bienes de lujo que han sido adquiridos presuntamente con dinero defraudado a todos los españoles y miente, señora Ayuso. Ayer mintió y hoy tenemos en todos los medios de comunicación la prueba de la mentira, el reconocimiento de que sí hubo delitos y que, por tanto, usted mintió. Esto sí que es salvaje: sus mentiras y el fraude que rodea cada vez más a su figura».
«Usted clasifica a los ciudadanos en dos grupos: sus íntimos, que tienen derecho a todo, que son intocables, que no tienen que responder a nada, que no tienen que dar explicaciones; y luego estamos el resto, que parece que solo tenemos derecho a tomar cañas. Pues no es así, todos somos iguales».
Ante los «hechos tan graves que estaban pasando a su alrededor», Ayuso debía dimitir. Eso buscaba la operación de Estado del PSOE, Lobato incluido. Lo supo todo, no hizo nada, ahora llora… y la prensa con él.