La compañía granadina ha triplicado su plantilla desde que Rusia inició su invasión de Ucrania, con los pedidos disparados por el apoyo de la OTAN a Zelenski. Sus propietarios, un ‘holding’ eslovaco especializado en material de defensa, se encuentran negociando la compra de una nueva instalación con varios polvorines en la provincia de Jaén
NotMid 28/11/2024
ESPAÑA
A los pies de las cumbres níveas de Sierra Nevada, la Fábrica de Munición de Granada, con sus 700 años de historia, pasa por sus días más dorados. Cada jornada, hasta allí acuden cerca de 300 empleados, cuando hace sólo tres años la plantilla era una tercera parte de la actual. Pero llegaron la guerra de Ucrania con Rusia, la posterior invasión terrestre de Israel sobre Gaza o los bombardeos del Estado hebreo sobre Líbano, y la demanda se disparó. El mundo comenzó a necesitar más munición de gran calibre.
En ese contexto de crecientes focos de enfrentamientos bélicos en el mapa del mundo, el volumen de pedidos y de producción actuales es tan grande para la Fábrica de Munición de Granada que el holding propietario de la empresa, MSM GROUP, una compañía eslovaca especializada en material de defensa, se encuentra negociando la posible compra de unas instalaciones en la provincia de Jaén.
Si se confirma la adquisición, cuya negociación ya está muy avanzada, parte del material producido se trasladaría hasta allí por carretera desde El Fargue, un barrio a las afueras de Granada, para agilizar su posterior distribución entre sus clientes. A medio plazo, la compañía considera que el nivel de contratos obtenidos será constante, por lo que necesitará de nuevos emplazamientos donde poder almacenar el material hasta darle salida. Las estimaciones de la empresa señalan que los distintos polvorines que tiene en El Fargue no disponen de suficiente capacidad de almacenamiento.
«Aún no se ha materializado la compra, estamos en negociaciones», explica Antonio Caro, director de la Fábrica de Munición de Granada, en conversación con Crónica cuando se le pregunta al respecto. «También valoramos la opción del alquiler, aunque todavía no hemos decidido nada. Se trata de una instalación en Jaén con varios polvorines que, como es obvio, cuenta con todos los permisos, desde el Ministerio de Defensa a la Guardia Civil. No podemos desvelar nada más por tratarse de un tema muy sensible», añade Caro.
«Ahora mismo no tenemos una necesidad perentoria de más espacio, porque lo que fabricamos, lo almacenamos sin problema. Tenemos una rotación bastante alta de nuestra producción y no tenemos problemas de almacenamiento. Si no fuera así, tendríamos un serio problema de seguridad y eso no está ocurriendo. Pero es cierto que estamos buscando nuevos polvorines para ampliar nuestras instalaciones disponibles».
La de Granada es la fábrica de munición con más pasado de España y una de las más longevas de Europa. En un momento en el que la complicada situación geopolítica existente ha disparado la industria de la defensa a nivel mundial, la Fábrica de Munición ha incrementado su actividad hasta los máximos de su historia reciente. En las instalaciones de El Fargue se trabaja a plena capacidad, en tres turnos diarios, en gran medida por el aumento de contratos que ha supuesto el auxilio de los países de la OTAN a la defensa de Ucrania.
EL MIEDO A UN SABOTAJE
Esta empresa española produce munición de distinto calibre. Es proveedor de proyectiles de 120 mm para los tanques Leopard 2 del Ejército español. A mediados de julio de este año, el Gobierno de España informó de que ya había entregado a Ucrania 20 carros de combate de este tipo.
Dado el apoyo de España al Gobierno de Volodímir Zelenski, instalaciones como la de El Fargue, así como la futura nueva ubicación de sus polvorines, son emplazamientos sensibles para la seguridad nacional. El Gobierno español, y más en concreto los ministerios de Defensa e Interior, son conscientes de que la mano rusa podría aparecer en algún momento en forma de robos o sabotajes.
El pasado 30 de marzo se produjo un incendio en el interior de una empresa ucraniana de logística ubicada en una nave industrial de un polígono de Fuenlabrada (Madrid). El ucraniano Mikhail Boikov, dueño de la instalación, había sufrido un ataque similar en otra nave de su propiedad en Leyton, al norte de Londres, diez días antes. Boikov apoyó a su país con el envío de camiones con ayuda humanitaria al inicio de la invasión de Rusia.
Esta semana se ha conocido también que la Fiscalía de Lituania, país de la OTAN y muy próximo a la frontera con Rusia, investiga a dos ciudadanos españoles —uno de ellos, también con nacionalidad rusa— por intentar provocar un incendio en las instalaciones de una empresa privada de telecomunicaciones. Esta compañía no es militar, pero sus servicios tecnológicos han sido adaptados por Ucrania para fines defensivos. Se investiga si Rusia captó a los dos españoles a través de la red social Telegram. Fueron arrestados en septiembre pasado.
Mientras se sigan produciendo episodios similares por todo el continente, Europa estará en alerta. El ataque más grave hasta el momento fue un supuesto complot de los servicios secretos rusos para asesinar al ejecutivo Armin Papperger, CEO de la empresa de armas alemana Rheinmettal, uno de los principales suministradores de blindados a Ucrania.
La Fábrica de Munición de Granada ha de estar atenta. ¿Y si Rusia la pusiera entre sus objetivos? Javier Jordán, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Granada y director de la revista digital Global Strategy, escribe: «Los conflictos en la zona gris —como él define este tipo de episodios de tintes terroristas que no entran dentro de la definición tradicional de guerra— conservarán su vigencia en los próximos años. Nos encontramos ahora mismo en ese tipo de escalada entre Rusia, por un lado, y Estados Unidos y los países europeos por otro»
Agencias