Ante el inédito estallido social y violento en Paiporta y la crisis institucional, Felipe VI recoge la indignación ciudadana
NotMid 04/11/2024
EDITORIAL
El violento estallido social que ha implosionado este domingo en Paiporta es, desgraciadamente, la cristalización de la sensación de desamparo que tienen las víctimas desde el minuto uno de la catástrofe. El sentimiento de orfandad de los afectados es compartido por millones de conciudadanos del resto de España, que observan con asombro la ineficaz gestión del Estado ante un drama humanitario sin precedentes. La insuficiente respuesta de las administraciones en su conjunto ha despertado la desconfianza absoluta de la sociedad hacia sus autoridades. El boicot a la comitiva de los Reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón, que visitaron la zona cero de Paiporta, es una consecuencia indeseable de este abandono.
El monumental tumulto ante las autoridades, que fueron insultados y sufrieron el lanzamiento de fango y palos, llevó al presidente del Gobierno a ser evacuado cuando ni siquiera había alcanzado el centro del municipio. Pedro Sánchez fue objeto de una enorme agresividad por parte de algunos de los manifestantes. Los actos de violencia contra el jefe del Ejecutivo son intolerables y no deben ser alentados ni justificados en medida alguna. El respeto a la democracia es el respeto a sus instituciones y a quienes las encarnan.
Felipe VI siguió adelante, mostrando serenidad y recogiendo la indignación ciudadana. Finalmente, tanto el Monarca como la Reina Letizia acabaron, llenos de lodo, atendiendo y consolando a los vecinos de Paiporta. Hubo momentos de tensión, pese a que la situación se recondujo.
Frente a la ausencia de liderazgo efectivo de los dirigentes políticos que deben hacerse cargo de la gestión, la Corona se ha hecho visible y ha desplegado sus atribuciones. En medio de esta crisis institucional, Felipe VI ha mostrado la auctoritas que emana del papel que le reserva la Constitución. Cabe recordar, para evitar cualquier intento de confusión, que la agenda del Rey la refrenda Moncloa. La actuación de Felipe VI en Valencia simboliza que el Estado tiene que estar presente «en su plenitud», como él mismo ha pedido ante Sánchez y Carlos Mazón. Debe ser un bálsamo para que los afectados se sientan escuchados y acompañados.
El carácter de esta ira social es inédito y representa como pocos la crisis de autoridad del Estado. La ciudadanía de los lugares más destruidos siente que está sola. Han fallado la prevención, la coordinación y la respuesta al desastre. El Estado se ha mostrado poco operativo, exhibiendo y alentando una inútil discusión de competencias que ahonda en la dinámica polarizadora y tóxica de la política actual. Lo que esperaría cualquier ciudadano razonable es que, desde el consenso más básico de las administraciones, sus representantes políticos considerasen que su seguridad es la prioridad fundamental.
Esta mañana conocimos por boca del Gobierno que se desplegarán hasta 7.500 militares. Esta movilización llega después de que el sábado Sánchez, pese a admitir «carencias» en el dispositivo, se limitara a exhortar a Carlos Mazón a pedir más recursos «si los necesita». Ante este ejercicio de inhibición, el presidente valenciano, cuatro días después de iniciarse la devastación, solicitó la incorporación de siete ministros en cinco grupos de acción con objetivos claros: sanitario, infraestructuras, servicios sociales y vivienda, empleo y seguridad social, y seguridad ciudadana. Nadie puede entender que ante el mayor drama humanitario que hemos vivido en nuestra historia reciente hayamos tenido que esperar casi una semana para ver este despliegue de medios, recursos y estrategias. Y que, a día doy, todavía ni Sánchez haya decretado como mínimo la emergencia nacional ni Mazón la haya solicitado.
En momentos en que asistimos a un dolor inimaginable, pero también a inmensas muestras de fraternidad en toda España, hay que hacer una llamada a la serenidad y a la esperanza. Es cierto: hoy se nos hace imposible anticipar la superación de una tragedia colectiva tan desoladora cuando continúa la búsqueda de desaparecidos entre los escombros y el fango. Es tiempo de unión y de solidaridad.