La crisis de comunicación generada por el ministro de Transportes es consecuencia de un Gobierno que se cree impune ante la opinión pública
NotMid 24/10/2024
EDITORIAL
El alarmante deterioro del sistema ferroviario, que pone en riesgo la seguridad de los viajeros, obedece a una gestión caótica agravada por la incapacidad y la falta de transparencia de Óscar Puente. El gravísimo incidente registrado el pasado sábado en Madrid interpela personalmente al ministro de Transportes, responsable máximo tanto de la falta de información a los pasajeros como de la deficiente cooperación institucional a la hora de afrontar una emergencia de este calibre. La gestión partidista de situaciones de riesgo supone una amenaza para los usuarios y ahonda en el descrédito de un servicio deficiente que entierra la imagen de eficacia y puntualidad labrada en España desde la puesta en marcha del AVE hace tres décadas.
El descarrilamiento de un tren S-114 de Renfe en el túnel entre Atocha y Chamartín pudo provocar una colisión con un convoy de viajeros de la compañía Iryo, lo que habría derivado en un accidente más grave que el de Angrois en 2013. La sucesión de declaraciones de Puente generó una crisis de comunicación paralela a un desorden ferroviario que afectó a más de 20.000 viajeros. Sin esperar al resultado de la investigación abierta, no descartó un sabotaje y, tras confirmar el testimonio del descarrilamiento publicado por este periódico, aseguró que Adif hizo perder el control del tren para evitar que pudiera «eventualmente chocar» contra otro convoy.
La mezcla de incompetencia y frivolidad del titular de Transportes ha causado estupor en Renfe y en el gestor de infraestructuras Adif, cuyo presidente fue cesado por Puente en septiembre, seis meses después del estallido del caso Koldo. Solo desde una sensación de impunidad y de inmunidad ante la opinión pública puede entenderse la mezcla de insolvencia y de ocultación de información del Gobierno ante un asunto que afecta al corazón de la gestión pública y que, por tanto, no puede estar sujeto a la estrategia polarizadora de la que Puente es uno de sus máximos arietes.
La inseguridad en las vías hace estallar el declive del ferrocarril, que se ha agudizado durante los últimos años. Aunque es cierto que el éxito de la liberalización de la alta velocidad ha incrementado un 47% el número de usuarios, desde 2019 a 2023 se multiplicó por cinco el porcentaje de trenes impuntuales, mientras el tiempo de retraso se disparó un 21%.
Reprobado por el Congreso -con el apoyo de ERC, Junts y Podemos- y enfrentado a Talgo y Ouigo, Puente no es el perfil idóneo para abordar una profunda reordenación del ferrocarril. En lugar de priorizar la recuperación de un servicio fiable del AVE y la renovación de los Cercanías y trenes de media distancia, Puente prefiere buscar el enfrentamiento permanente con la oposición y los medios críticos con el Ejecutivo. Su irresponsable verborrea no puede tapar su nefasta labor.