NotMid 21/09/2024
EDITORIAL
El asesinato del jefe de las fuerzas de élite de Hizbulá, Ibrahim Aqil, en un bombardeo israelí sobre Beirut coronó ayer una semana de escalada que acerca el peor de los escenarios de la guerra en Gaza:el contagio a Líbano que involucre a la milicia libanesa -más sofisticada y mejor armada que sus aliados de Hamas- y por extensión, a Irán, gran padrino del eje de resistencia contra Israel en la región. El nuevo golpe a Hizbulá llega tras un masivo ataque con buscas y walkie talkies explosivos que dejó una treintena de muertos y miles de heridos, disparando la tensión en una frontera sobre la que se han intensificado los bombardeos.
A tres semanas del aniversario del atentado del 7-O, que dejó 1.200 israelíes muertos y otros cientos en manos de Hamas, Netanyahu ha redoblado el órdago con una ola de ataques que ponen en la diana a Hizbulá, a la que ya descabezó en julio al matar a su jefe militar, Fuad Shukr. La milicia queda ahora en una posición muy vulnerable que, como advirtió el jueves su líder, Hasan Nasrala, tratará de revertir con una represalia de consecuencias imprevisibles.
El órdago de Netanyahu es arriesgado, tras un año de ofensiva en Gaza que no ha logrado sus objetivos de acabar con Hamas y traer de vuelta a los rehenes israelíes. No parece que abrir un segundo frente ayude a lograrlos o a traer la paz.