NotMid 10/06/2024
OPINIÓN
ANTONIO LUCAS
Han llegado a las instituciones como un recuelo del fascismo que arrasó Europa. Demasiada gente prefiere el pasado a la memoria, por eso los partidos de ultraderecha ya están aquí, como en Polstergeist. Y no por casualidad toman más fuerza y peso en los países donde aquella malformación tuvo más peso y fuerza: Austria, Alemania, Italia, la damnificada Francia, Polonia… Arre, que nos vamos.
España es, de los Estados fuertes de Europa, el que mejor mantiene entre los primeros partidos del escalafón el espíritu europeísta. El inconveniente es el eco que recorre esta vieja unión: el rumor siniestro de un auge ultra. Es un formidable fracaso. Y una amenaza. El pasado 10 de abril, el filósofo italiano Massimo Cacciari dijo esto aquí en EL MUNDO: «Europa es una estructura fallida». Va a ser verdad.
Lo que importa está ahí, no en el cutre plebiscito donde PSOE y PP se miden sus cositas. Qué presbicia. El PP de Feijóo pierde fuelle, de verdad. Entre un partido de extrema derecha y un emplasto de ultraextrema derecha le van a hacer un cepo guapo. La izquierda, al menos, no tiene que soportar a pandilleros. Si alguna vez los hubo, asunto que dudo, Pedro Sánchez los ha ido asfixiando. O se colgaron ellos solos. Podemos es una tasca. Y Sumar está como el desenfocado de Desmontando a Harry (Woody Allen).
Pero la verdad que urge es otra. En un mítico poema de Cavafis –Esperando a los bárbaros– quedó escrito. Y Europa agarrada al azar de sí misma, con la sospecha de que un día la democracia pueda ser achicharrada. Lo anuncia también el poema: «-¿Qué esperamos congregados en el foro?/ Es a los bárbaros que hoy llegan./ -¿Por qué esta inacción en el Senado?/ ¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?/ Porque hoy llegarán los bárbaros./ ¿Qué leyes van a hacer los senadores?/ Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen». Ahora se presentan recuperados y bienolientes, pero son los mismos de entonces, pues en lo peor casi nunca se cambia.
El nuevo amanecer violento, brutal y sin remedio de los fascismos europeos anticipa el Renacimiento inverso de una historia hecha pedazos. Cuando escuchas a los clásicos líderes españoles darse pisto por estos resultados pírricos uno siente sofoco. Ni el 50% del censo ha votado. Ellos también sienten el fracaso, pero la supervivencia de su industria (como todo el mundo sabe) se apoya en fingir mientras la realidad gigante asoma: los bárbaros, que vuelven.