La Eurocámara gira hacia la derecha aunque la coalición europeísta retiene una amplia mayoría para gobernar
NotMid 10/06/2024
EDITORIAL
Si las elecciones europeas se desarrollaban ayer en España en clave plebiscitaria, según el planteamiento de Pedro Sánchez, los resultados arrojaron un claro voto de censura al Gobierno. Once meses después de los comicios generales del 23 de julio, el PSOE ha vuelto a perder (30,19% del voto y 20 escaños) y el PP de Alberto Núñez Feijóo ha ganado de nuevo (34,18% y 22 escaños), con una distancia de cuatro puntos. El triple que el 23-J. La diferencia se ve más clara en votos: de los 300.000 de entonces se ha pasado a los 700.000 de anoche. Moncloa echará ahora el resto tratando de instalar la narrativa de una dulce derrota, cuando la realidad es que, frente a la pretendida remontada, el PSOE apenas aguanta gracias al desmoronamiento de sus socios de coalición. Sumar cae a un ridículo 4,65%. Los dos partidos en el Gobierno se derrumban nueve puntos en menos de un año y la escuálida ganancia de Podemos (obtuvo un 3,3%) apenas maquilla la hecatombe de la izquierda en su conjunto.
Hoy la debilidad del presidente, cuya minoría en el Congreso le incapacita para gobernar y legislar, es más aguda que antes del 9-J. También en lo que respecta a su relación con Yolanda Díaz. La irrupción de Irene Montero deja a Sumar sin incentivos para continuar con su papel desdibujado dentro del Ejecutivo. Sánchez deberá gestionar también estos resultados en la lucha de poder que a partir de este mismo lunes se abre en Cataluña.
España no constituye una excepción en Europa en lo referido a la victoria de las fuerzas de centroderecha y derecha. En la cuarta economía del euro, el PP logra un triunfo indudable. Pero es inevitable preguntarse si ha logrado cumplir las expectativas y capitalizar suficientemente el voto de rechazo a un Gobierno que se ha mantenido en el poder gracias a una amnistía negociada con un prófugo y que ha emprendido una agresiva campaña contra los jueces y la prensa por la investigación por corrupción a la mujer del presidente. De un partido que posee un enorme poder autonómico y un peso crucial en el Partido Popular Europeo se habrían esperado propuestas más constructivas en el terreno comunitario. La incapacidad de los populares para dominar la conversación pública en esta campaña precisa una reflexión interna. Podrá hacerlo ahora con el viento de cola que sale de estas elecciones: es hora de construir un cuerpo ideológico, un discurso y un equipo que verdaderamente configuren una alternativa para crecer desde la centralidad política. La fragmentación del espacio de la derecha más radical, representado por Vox (6 escaños) y por el excéntrico fenómeno protagonizado por Alvise Pérez (3), un juguete al servicio de Sánchez, es otra realidad que el PP tendrá que gestionar.
En el conjunto de Europa, las elecciones dibujan un Parlamento claramente más inclinado hacia la derecha en el que, sin embargo, la coalición centrista entre los populares y los socialdemócratas que ha gobernado la Unión desde los años 70, con la incorporación de los liberales (Renew) desde 2019, sigue alcanzando los escaños suficientes (409) para continuar dirigiendo Europa. La probable permanencia de esa coalición es un motivo de confianza en el proyecto europeo, que ayer se enfrentaba a unas elecciones de carácter existencial. Con la amenaza militar de la iliberal Rusia, y con el potencial regreso del aislacionista Donald Trump a la Casa Blanca, la Unión necesita un liderazgo fuerte que avance en la integración de sus 27 Estados miembros e impulse la competitividad con el fin de que Europa perviva como el primer espacio de libertades en el mundo.
El giro a la derecha, con el Partido Popular Europeo manteniéndose como mayoritario pero con el auge de las derechas duras y euroescépticas, supone en todo caso un aviso que no debería ignorarse. En Francia la inquietante victoria de Le Pen ha empujado a Macron a convocar elecciones. En Italia sale reforzada Meloni. Y en Alemania el socialdemócrata Scholz no sólo ha sufrido una debacle en favor de la CDU de Ursula von der Leyen, sino que ha acusado el gran ascenso de la ultraderechista Alternativa para Alemania. Europa avanzará sobre el carril del centro, pero las fuerzas soberanistas tendrán mayor voz y palabra.