El turismo representará el 35% de todo el crecimiento económico este año, pero tiene un impacto negativo en los residentes de las zonas tensionadas
NotMid 05/05/2024
ESPAÑA
“Siempre me han gustado los paseos en autocaravana pero no imaginaba vivir en una. Preferiría tener una bañera para darme un baño con agua caliente“, comenta por teléfono desde Arona, en Tenerife, Eloy de 47 años que trabaja en construcción desde hace dos décadas y recibe un salario mensual de más de 1.500 euros con el que no consigue alquilar una vivienda para él y su mascota. “Tener un trabajo no te garantiza tener una vivienda digna. Yo trabajo ocho horas al día y no puedo pagarme un alquiler”.
Desde hace un mes y medio, este hombre nacido en Galicia vive en un poblado chabolista que ha formado en el municipio de Arona en Tenerife junto a otras 30 personas, que duermen en carpas donadas por organizaciones internacionales, tras ser desalojados de un edificio ocupado en el que vivían 208 familias.
“No hay casa para la gente que quiere alquilar. Cada que hago una pausa del trabajo busco casa y no encuentro. ¿Cómo pueden desalojar a una persona que no puede encontrar otra cosa? Es un acto de crueldad”, expresa Eloy, que se abastece de agua gracias a un camión cisterna y afirma que con su salario no puede alquilar. “No hay suficientes pisos y para lo que hay piden tres meses de fianza, se tiene que contar con una media de 3.000 euros para entrar, calculando que el estudio te vale como mínimo 700 euros. En el caso de rentar una habitación por 500 euros al mes es difícil que me acepten con mi perro”, incide.
Movimientos sociales como Canarias se agota exigen que haya una regulación turística para que esta actividad económica no afecte a los residentes. Como denuncia su portavoz Víctor Martín, “encontramos hoteles que tienen calificaciones cinco estrellas y al otro lado en el barranco próximo tenemos chabolas con personas que trabajan en ese mismo lugar”.
“En España se ha producido un fenómeno desequilibrado de crecimiento de la vivienda turística ilegal que genera una aglomeración que dificulta la capacidad de encontrar un piso habitable para alquilar o comprar”, refiere por su parte José Luis Zoreda, presidente de Exceltur.
Zoreda, añade que este fenómeno ocasiona “una inseguridad en edificios donde están salpicados de viviendas turísticas y residenciales, donde los vecinos se asustan por ver una cantidad de gente desconocida entrando y saliendo”. Se espera que este año el turismo represente el 35% de todo el crecimiento económico de España y el 13,2% del PIB.
Al caso de Eloy, sin salir de Tenerife, se le suma el de Mónica que tiene 46 años, 12 de ellos dedicados a su trabajo como camarera de pisos de hotel en Tenerife, donde denuncia que debido al incremento del turismo viven en constante “sobreexplotación”: “El trabajo que realizamos no corresponde con lo que se nos paga tenemos una sobrecarga de trabajo brutal”. Denuncia que cada día se ve obligada limpiar “en torno a 25 o 30 habitaciones diarias”, cuando lo “humanamente posible” serían 19.
Mónica asevera que el salario de 1.200 euros no le alcanza para alquilar un piso por 900 y después tener que enfrentarse a los gastos o, sencillamente, ahorrar. Sin embargo, lo que más critica es que en los hoteles ahorren en las contrataciones de su sector: “Si tú tienes 30 camareras en tu plantilla y necesitas 60 todos los días te ahorras 30 camareras a tu beneficio, eso es mucho en dinero para los empresarios, pero el costo es muy alto, somos personas”.
En Canarias, donde se han realizado multitudinarias manifestaciones para exigir que haya regulaciones para el turismo, ya hay dos municipios –La Guancha y Fasnia– en los que las autoridades regulan el uso del agua potable por su escasez. Sin embargo, los complejos hoteleros y los campos de golf utilizan este servicio libremente para mantener las piscinas y del césped, respectivamente.
En el otro archipiélago, Baleares, a pesar de la estacionalidad y que la masificación turística se da mayormente en verano, hay personas que, pese a sus constantes búsquedas de vivienda, tampoco han tenido suerte por lo que llevan años instalados en autocaravanas.
“La gente va a comprar furgonetas porque no tienen donde vivir. Si hubiese precios adecuados sería posible alquilar una vivienda o incluso comprarla“, comenta Leandro, que lleva viviendo los últimos siete años en su furgoneta mientras ahorra para comprarse un terreno en el que pueda construir una casa.
“He visto cómo recientemente ha aumentado el número de personas en autocaravanas“, detalla. “Es una necesidad, hay familias enteras con niños que van a la escuela que viven en estas condiciones; es comprar la furgoneta o dormir en una carpa en la calle”, insiste. El problema radica, como en otras zonas, en que los sueldos no son altos y los alquileres sí lo son: “Tienes que tener 1.000 euros al mes como mínimo para alquilar un piso o 500 euros por una habitación”. “Con mi autocaravana puedo pagar mensualmente 200 euros por aparcar en el terreno de una finca”, confiesa.
QUEJAS DE LOS VECINOS
Este músico profesional de 42 años indica que por el incremento de caravanas y autocaravanas actualmente hay más quejas vecinales en zonas costeras como Ciudad Jardín en Palma. Asimismo, refiere que últimamente las autoridades locales suelen multar con más frecuencia a las personas que viven bajo esta modalidad.
“Me duchaba en el hotel en el que trabajaba de recepcionista antes de comenzar mi turno“, recuerda Sebastián, de 40 años que el verano pasado vivió durante un tiempo en una caravana tras separarse de su pareja y no encontrar una vivienda asequible en Mallorca. “Tuve suerte porque pude aparcar en el terreno de amigos durante seis meses y pagué por mi caravana 3.000 euros”, detalla. “En cuanto se desocupó el piso de un amigo y me lo alquiló, sin necesidad de pagar fianzas, adelantos y a un precio inferior a 700 euros, que podía pagar, me mudé”.
Esta situación se recrudece en las islas, donde se ha formado el movimiento de Canarias se agota, pero se replica con diferentes matices en zonas del litoral español como en la Costa del Sol en Málaga. Ahí reside Kike Navarro, sevillano, que afirma la existencia de un conflicto entre los turistas y quienes viven en el centro de la ciudad o los barrios periféricos de La Trinidad y El Perchel.
“Un hostelero, dueño de un bar en el centro de Málaga va a renovar su contrato de alquiler y le dicen que no que le quieren alquilar de larga duración porque les es mucho más rentable alquilar por días a los turistas”, resalta Navarro, que recuerda que incluso se hizo una campaña de colocar pegatinas en todas las viviendas que son destinadas a alojamientos turísticos para denunciar su presencia.
Navarro también resalta que el turismo del litoral funciona de otra forma y su impacto es en los servicios básicos: “En zonas como Marbella,Torremolinos, Nerja y Mijas hay otros conflictos como pueden ser la carencia de agua, los problemas de electricidad en determinados horarios o días del verano o el tráfico, por ejemplo”. La masificación llega incluso a afectar el abastecimiento de arena en playas que se han artificializado y originalmente eran de piedra.
GRANDES CIUDADES
La situación ha llegado a tal punto que para muchas personas de grandes ciudades como Barcelona, no vivir en la zona más turística es un privilegio. “Tengo la suerte de que no vivo en un barrio muy cerca del centro y la afectación más potente, que es en el barrio Gótico y sus alrededores, me coge un poco a distancia”, lamenta desde la Ciudad Condal José Mansilla.
Mansilla, de 50 años, afirma que la primera consecuencia que sufren los barrios afectados por el exceso de turistas es en el enfoque de los locales y viviendas que se encuentran en esa zona. “En el distrito de Ciudad Bella el ocio y los restaurantes no están enfocados en un público local al igual que los supermercados de conveniencia, que están abiertos 12 o 24 horas, en los que se ofrecen productos relativamente exóticos para la gente local”.
Esta situación se presenta también en Valencia, donde hay turismo todo el año, lo que afecta a ciudadanos locales. Uno de ellos es Ignacio, de 46 años, que afirma que “está enfadado” por lo difícil que fue encontrar vivienda: “No ha sido fácil y en algún momento pensé que tenía que abandonar el barrio, pero el hecho de que el centro educativo de mi hija se encuentre aquí me hizo insistir“. Añade que muchas veces hasta tomarse un café es complicado en Ruzafa porque está inundado de cafeterías de especialidad con productos y precios pensados en el turista.
“Ya no se ven mercerías, fruterías, tiendas de proximidad en el Centro, y tampoco en la zona de Mercado. Me parece que acaban con el comercio local por el precio de los alquileres que suben al punto de que solo lo pueden pagar las franquicias o restaurantes”, detalla Salva, de 41 años. Durante la conversación confirma que la situación en Alicante no es mejor que en otras partes de España, donde además hay cruceros que “sólo con estar contaminan”, sostiene.
Incluso en puntos de España aparentemente no tan asociados al turismo internacional el panorama es parecido. Ocurre, por ejemplo, en ciudades como Gijón y Oviedo en Asturias. Adela a sus 24 años se siente “preocupada” porque “en Gijón hay guerras para gente que quiere comprar casas“. Detalla que los alquileres cuestan ahora entre 700 y 900 euros por un piso, cuando hace pocos años se pagaban como máximo 500 euros. La asturiana agrega que los nuevos negocios que abren están enfocados en el extranjero y no en satisfacer a los residentes locales.
Agencias