Que la Unión bascule a la derecha euroescéptica sería aceptable dentro del juego político: el problema es que eso impida hacer frente a la agresividad de Putin y al órdago de Trump
NotMid 30/03/2024
OPINIÓN
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA
De confirmarse los pronósticos, la UE girará hacia la derecha euroescéptica en las próximas elecciones de junio. Ello se debería a la debilidad de liberales, verdes y socialistas, que podrían perder casi 50 escaños, el debilitamiento de los populares y el reforzamiento de la derecha conservadora y reformista (ECR), en la que domina la italiana Giorgia Meloni, y de la derecha populista eurófoba (Identidad y Democracia), que incluye a Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia y a Alternativa para Alemania (AfD).
Ese desplazamiento a la derecha de la UE dominará la siguiente legislatura europea. Hasta ahora, la UE ha estado gobernada por una gran coalición formada por populares, liberales y socialistas. Esa coalición ha contado con casi el 60% de los escaños y ha permitido dotar a la UE de estabilidad y visión a largo plazo. Con todo, no ha sido una coalición rígida, pues ha basculado hacia los verdes en los temas medioambientales y a la derecha en cuestiones como la migración o el asilo. Ahora, con los sondeos en la mano, esa coalición se quedaría peligrosamente cerca de la mayoría absoluta, lo que le obligaría a hacer más concesiones a la derecha que a la izquierda.
Pese a ello, el problema del próximo ciclo europeo no va a ser la fortaleza de las extremas derechas antieuropeístas en el Parlamento Europeo, donde les suele costar colaborar entre ellas, sino la fortaleza de sus líderes y propuestas en la política nacional de sus países. El canciller alemán, Scholz, el presidente francés, Macron, y el presidente español, Sánchez, van a salir debilitados de las elecciones, mientras que Giorgia Meloni, Marine le Pen y los eurófobos saldrán reforzados. Como hemos visto, Macron no ha esperado a las elecciones para girar a la derecha en temas migratorios, medioambientales o agrícolas. Como tampoco ha esperado a hacerlo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, con sus guiños a los agricultores. Que la UE basculara a la derecha euroescéptica sería aceptable dentro del normal juego de la política: el problema es que ese desplazamiento divida internamente a la UE y le impida dar una respuesta contundente a dos desafíos existenciales: uno cierto, la agresividad de Putin; otro probable, el órdago de Trump a una Europa donde muchos en esas derechas simpatizan con él.