Tres vicepresidentas -Montoro, Calviño, Ribera- y el marido de Begoña rescataron a Air Europa. ¿Y por qué no Begoña Airlines?
NotMid 01/03/2024
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Con un minuto de diferencia, la vicepresidenta Montero imputó un delito de enriquecimiento ilícito -porque hasta esa discapacitada gramatical sabe que algo ilícito es delito- al hermano de Ayuso, declarado inocente en todas las instancias fiscales, que han rechazado llevarlo a juicio, y afeó la conducta de quienes meten a las familias en la lucha política. O sea, que ella puede calumniar al hermano de Ayuso, pero nadie puede hablar de la Sagrada Familia de los Sánchez-Gómez, socialista, resiliente y renovable.
Sin embargo, Begoña Gómez ha aparecido vinculada a Aldama, uno de los personajes clave de la trama de mordidas del material sanitario y al que, ironías del hampa, llaman El Presi. Aldama fue contratado por Air Europa para recuperar 200 millones de dólares inmovilizados en Venezuela, patria de Delcy, y algo ayudaría para que el Gobierno Sánchez rescatara la línea por casi 500 millones de euros, ya que, según Ábalos, era «de importancia estratégica». Para sus bolsillos, sin duda. También pidieron ayuda a Begoña para otros proyectos con olor a subvención, como una empresa de reparto de medicinas tipo Glovo y un plan para convertir pueblos abandonados en paraísos de lujo. O sea, el tocomocho verde. Tres vicepresidentas -Montoro, Calviño, Ribera- y el marido de Begoña rescataron a Air Europa. ¿Y por qué no Begoña Airlines?
Para defender a la Sagrada Familia Sánchez-Gómez, Montero añadió que «recibir empresarios» es «parte del trabajo» de la esposa del presidente. Falso. En la Constitución española no tiene asignado ningún papel. Y nadie imagina a Brigitte Macron o a Jill Biden recibiendo a Pallete o a Fainé, porque todos sospecharían que iban a cobrar algún trato de favor de sus maridos. Claro que tampoco se les ocurriría fichar por el Instituto de Empresa, crear una cátedra universitaria sin tener título o sentarse con empresarios marroquíes y que le roben el móvil. A Begoña, sí. Aún no puede ser primera dama de la República, pero ya hemos visto a la Sagrada Familia Sociata tratando de ocupar el sitio de la Familia Real, a la que, gracias a Sánchez, se puede injuriar. Como a todas las familias de derechas, que tienen presunción de indecencia.
En fin, la trama de mordidas y tráfico de influencias, más allá del atraco a cuenta del virus, salpica a todo el Gobierno. Y sólo lleva cien días.