La ofensiva israelí sobre la Franja está muy lejos de cumplir los objetivos marcados tras el 7-O
NotMid 07/01/2024
MUNDO
Los 2,3 millones de habitantes de la Franja de Gaza no recuerdan una ofensiva tan devastadora en una de las guerras más largas de Israel tras sufrir el ataque más letal en su historia que abrió varios frentes simultáneos. Los tres meses de bombas, proyectiles y combates -con una semana de pausa- definen tres marcos intrínsecamente relacionados: militar, humanitario y regional.
Tras la operación total aérea y terrestre en el norte de la Franja palestina y parcial en el centro, los combates más intensos tienen lugar hoy en la zona sureña de Jan Yunis. Se trata del principal feudo de de Hamas y, según Israel, donde podría estar su cúpula (incluyendo el líder Yahia Sinwar y el jefe del brazo armado, Mohamed Deif) y muchos de los 132 rehenes aún en cautiverio tras ser secuestrados en el ataque del pasado 7 de octubre. Por eso y por la amplia red de túneles y la numerosa presencia de habitantes, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo y los ataques aéreos son sensibles y complejos.
Como desde el inicio de la incursión, el 27 de octubre, la Fuerza Aérea israelí escolta con mucho fuego a sus tropas antes y durante los combates contradiciendo la denuncia de varios ministros de que la nueva fase selectiva, exigida por EEUU y plasmada con la retirada de varias brigadas de Gaza, pone en peligro a los soldados.
Hamas ya no controla el norte del enclave palestino y su brazo armado tiene muchos menos proyectiles -y menor capacidad para dispararlos contra Israel como se ve en la última semana- y ha perdido miles de efectivos aunque mantiene el factor sorpresa para lanzar emboscadas desde túneles. Con todo, el Tsáhal –Fuerzas de Defensa de Israel- está lejos de sus tres objetivos declarados tras el histórico fracaso del 7-O: “Acabar con Hamas, liberar a los secuestrados y garantizar que Gaza deje de ser una amenaza a sus ciudades y kibutzim“.
“Sabíamos que Hamas construyó una fortaleza pero ahora nos damos realmente cuenta de su dimensión. Ningún Ejército se ha enfrentado en los últimos años a un reto tan complejo como en esta zona densamente poblada con una espectacular red de túneles y explosivos que encuentras en casi cada edificio y terroristas que actúan entre civiles“, cuentan fuentes militares mientras el brazo armado de Hamas difunde imágenes de emboscadas, promete “meses de resistencia” tras lo que ya considera su gran triunfo de la Inundación Al Aqsa (7-O) y acusa a Israel de “bombardeos indiscriminados y crímenes de guerra contra el pueblo de Gaza”.
MÁS DE 22.000 MUERTOS
El Ministerio de Sanidad controlado por Hamas afirma que 22.722 palestinos han muerto ya en la ofensiva israelí sin distinguir entre armados y civiles asegurando que el 70% son mujeres y niños. Según datos de Israel, que no reconoce las cifras dadas desde Gaza, más de 8.000 milicianos han fallecido. Asimismo, 176 soldados murieron en la incursión como parte de la reacción al ataque terrorista de Hamas que causó 1.200 muertos. “Hemos desarticulado la infraestructura armada de Hamas en el norte de la Franja”, anunció ayer por la noche el portavoz militar Daniel Hagari.
La guerra entre Israel y Hamas ya supera en más de 40 días la del 2014. Pero a medida que se alarga, la comparación no debe hacerse con las cuatro escaladas desde la toma de control del grupo integrista de Gaza en 2007 sino con la operación militar lanzada en Cisjordania y la Franja de Gaza en 2002 ante la ola de atentados suicidas en la Segunda Intifada. Tras la guerra, Israel realizará incursiones en este enclave, como hace en Cisjordania, independientemente de quién lo gobierne y quien lleve a cabo su reconstrucción.
Este último punto nos lleva directamente al campo humanitario donde la situación es crítica. Según la ONU, la guerra ha desplazado al 85% de los gazatíes, que se encuentran mayoritariamente en el sur. Muchos de ellos no saben qué les pasará mañana en una permanente y dramática lucha de supervivencia, pero sí que no tienen una casa adonde regresar tras ser destruida o severamente dañada como otras decenas de miles. Las imágenes de desesperadas colas para recibir comida y del asalto de camiones con ayuda refleja la crisis humanitaria que se agrava a medida que bajan las temperaturas y los servicios sanitarios y suben las opciones de hambruna y epidemias. La ONU denuncia que sin un alto el fuego inmediato, el envío más eficaz y amplio de asistencia es casi imposible mientras Israel denuncia que Hamas toma por las armas comida y combustible procedentes de Rafah (Egipto).
El drama en Israel -y gran parte del éxito o no de la mediación para una tregua- pasa por la incierta situación de los secuestrados que asciende a 132 después de que el Ejército anunciara que tres israelíes reportados como desaparecidos se consideran hoy en cautiverio. 25 de ellos están muertos.
La región no solo asiste al conflicto bélico en la Franja de Gaza sino que muchos de sus actores participan de forma activa o pasiva. La guerra va más allá de los territorios palestinos e israelíes con un claro protagonismo de Irán y sus milicias. Mientras los hutíes lanzan misiles y drones contra Israel en un órdago que por el momento es básicamente sobre el comercio naval internacional, la intervención de Hizbulá contra Israel y la reacción militar de éste en el sur del Líbano elevan el temor a una nueva guerra. La primera respuesta al asesinato del número dos de Hamas, Saleh al Arouri, en un ataque selectivo israelí en Beirut incluyó este sábado decenas de proyectiles contra el monte de Meron.
El objetivo fue una importante base de la Fuerza Aérea israelí, según Hizbulá, y responde a la estrategia marcada por su líder, Hasan Nasrala. Menos grave que una acción que pueda desencadenar un enfrentamiento a gran escala como en 2006 pero más profunda de la que lleva a cabo en apoyo de Hamas desde el inicio de la guerra en Gaza. Aunque ha perdido a 152 efectivos en el intercambio de golpes con Israel, Hizbulá considera que logra desgastar al enemigo mientras está centrado en Hamas y, como destaca Nasrala, la evacuación por primera vez de 80.000 israelíes de sus casas en el norte de Israel.
Agencias