Este miércoles será la primera manifestación con el ultraliberal como presidente
NotMid 20/12/2023
IberoAmérica
Javier Milei llegó a la Casa Rosada desde el mundo virtual de las redes sociales, y en él sigue viviendo a nivel público desde que asumió. Este miércoles, sin embargo, deberá lidiar con el mundo extremadamente real de la calle. Allí se juega su primera gran prueba.
Las organizaciones sociales marcharán al centro de Buenos Aires, en la primera protesta callejera masiva desde que Milei es presidente. ¿Qué son las organizaciones sociales? Es como en Argentina se conoce a los grupos que engloban a los sectores más desfavorecidos, aquellos que viven de la asistencia del Estado porque no tienen trabajo o solo trabajos eventuales.
Los argentinos llevan décadas ya acostumbrados -o más bien resignados- a que una protesta callejera implica el corte de la circulación, el caos y la imposibilidad de trabajar o llegar a casa. La modalidad de protesta salvaje nació en los años previos a la gran crisis del 2001/2002 y se consolidó entre 2003 y 2023, la hegemonía kirchnerista, bajo la idea de que “no se debe reprimir la protesta social”. La idea de que una manifestación debe ser previamente autorizada, como sucede en España, está a años luz de la realidad argentina.
Mauricio Macri no supo qué hacer con el tema entre 2015 y 2019. Su entonces ministra de Seguridad era Patricia Bullrich, que abogaba por una línea más dura, pero desde otras áreas del gobierno bajaban ideas diferentes.
Años después de aquella frustrada experiencia macrista, Bullrich perdió en la carrera presidencial que terminó ganando Milei, pero el nuevo presidente quería contar con ella: le ofreció ser su ministra de Seguridad.
Antes de aceptar el puesto, Bullrich le pidió algo especial a Milei: hablar con Sandra Pettovello, designada como ministra de Capital Humano, una macro-cartera que engloba Desarrollo Social, Trabajo y Educación, entre otras áreas. Quería asegurarse de que no le sucediera lo mismo que en la presidencia de Macri.
Bullrich tendrá lo que no le dio Macri, la oportunidad de probar que es capaz de imponer la ley. Aquella reunión con Pettovello fue excelente, en palabras del propio Millei, y Bullrich está en el centro de la escena: es la responsable de ejecutar el trabajo más duro e ingrato para que el plan del hombre que le arrebató la presidencia tenga éxito. En Buenos Aires, ciudad de psicólogos, abundan ya las teorías.
En un mensaje de dos minutos grabado y distribuido en redes sociales, Pettovello habló con precisión y frialdad de cómo ve las cosas de ahora en más el gobierno: “Es un derecho manifestarse, pero también circular”. Y añadió, dirigiéndose directamente a los potenciales manifestantes: “Deben saber que nadie puede obligarlos a ir a una marcha con amenaza de dar de baja el plan”.
“El plan” es como se conoce a los subsidios en Argentina. El kirchnerismo hizo un uso extraño de ellos: en vez de ser el Estado el que los entregaba a los más pobres, delegó el tema en las organizaciones sociales. Muchas de ellas pasaron a tener un poder enorme y de doble chantaje. Ante el Estado, por un lado, y ante los pobres, a los que en no pocos casos se obliga a ir a las manifestaciones, porque si no lo hacen, no cobran “el plan”. El gobierno habilitó una línea de teléfono para que los ciudadanos denuncien este tipo de presiones. Se calcula que más de cinco millones de personas reciben ayuda directa para alimentarse, pero el universo de subsidios y apoyos se extiende hasta 22 millones en un país con 46 millones de habitantes. Un país con 43 por ciento de pobres y en el que la inflación mensual de diciembre se estima que superará de largo el 20 por ciento.
Pettovello sumó más advertencias. “Suspenderemos el control de presencialidad que dan las organizaciones sociales”, dijo, en un intento de quebrar el poder de esas organizaciones sobre los beneficiarios de los subsidios. “Preocupan las madres que concurren con sus hijos a las marchas, es innecesario exponerlos al sol con este calor y a la violencia de las manifestaciones”.
“Esta situación en la nueva Argentina tiene que terminar. Los únicos que no van a cobrar el plan son los que vayan a la marcha y corten la calle. Como lo dijo el Presidente: el que corta, no cobra”.
La frase “el que corta, no cobra” enlaza con una que reparte Bullrich una y otra vez: “El que las hace, las paga”. ¿Cómo hará el gobierno para saber quién corta las calles y entonces no cobra? “Cámaras de reconocimiento facial”, es la respuesta.
El peronista Axel Kicillof, gobernador de la poderosa provincia de Buenos Aires, ya dijo que no está de acuerdo con el “protocolo antipiquetes” anunciado por el gobierno: “Sobrepasa un límite que hemos tenido durante estos años de democracia, cuestiones de reconocimiento facial que hay que ver si están validadas desde la normativa legal. Criminaliza la protesta social”.
Manuel Adorni, portavoz del gobierno, le respondió ayer que la prioridad es “el derecho a circular”.
Entre ambos, una masa enorme de pobres ante una doble presión, la de las organizaciones sociales de las que han venido dependiendo y las advertencias de un gobierno que les dice que ya no debe ser así.
Agencias