Orban se sale de la sala para permitir el acuerdo político pero dice que mantiene su oposición: “es un mala decisión, un sinsentido completo, irracional”
NotMid 14/12/2023
MUNDO
La Unión Europea da el visto bueno para empezar las negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia. De forma completamente inesperada y en tiempo récord los Estados Miembro han logrado forzar a Viktor Orban para que levantara, indirectamente, el veto con el que lleva semanas amenazando. El líder húngaro llegó esta mañana a Bruselas diciendo que no pasaría, que el país no está preparado, que no cumple los requisitos, que una posible entrada en la Unión amenaza sus intereses nacionales. Y sin embargo, pocas horas después, se encontró una vía, extraña, nada habitual, controvertida y que puede terminar en algún momento ante la Justicia europea: invitarle a irse de la sala mientras se tomaba la decisión.
“El Consejo Europeo ha decidido iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia. Hemos concedido también el estatus de candidato a Georgia. Y la UE iniciará negociaciones con Bosnia y Herzegovina una vez que se alcance el grado necesario de cumplimiento de los criterios de membresía, por lo que ha invitado a la Comisión Europea a que presente un informe antes de marzo con miras a tomar tal decisión. Una clara señal de esperanza para sus pueblos y para nuestro continente”, ha celebrado en un tuit el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
“Esta es una victoria para Ucrania. Una victoria para toda Europa. Una victoria que motiva, inspira y fortalece“, ha celebrado el presidente ucraniano Volodimir Zelenski desde Alemania. Hubo mucha discusión sobre si debía acudir al Consejo Europeo en persona, como ha hecho en muchas ocasiones ya. Pero dada la posición del Gobierno de Budapest se juzgó poco apropiado. “Hoy sentimos el cálido abrazo de Europa. Gracias por su apoyo y fe en nuestro viaje. Estamos comprometidos con el arduo trabajo necesario para convertirnos en miembro de la UE. Moldavia está dispuesta a afrontar el desafío”, ha coincidido su primera ministra, Maia Sandu.
Fuentes diplomáticas dicen que para zanjar la cuestión se ha presentado la opción de la apertura de negociaciones oficiales y “nadie ha presentado objeciones”, y ahí está la clave. Orban no se opuso porque no estaba en la sala cuando se tomó la decisión. No se le expulsó, ni nada parecido. Fue una decisión de mutuo acuerdo para cuadrar el círculo. “Hemos estado ocho horas reunidos. La posición de Hungría es clara: Ucrania no está preparada para empezar las negociaciones de adhesión, es un sinsentido completo, irracional y la decisión equivocada en estas circunstancias. Y por eso Hungría no va a cambiar su posición. Por el otro lado, 26 países insisten en que es lo que hay que hacer. Por eso hemos decidido que si quieren hacerlo, lo hagan a su manera. No queremos formar parte de esa mala decisión”, ha escrito en su perfil de Facebook.
En Europa las cosas nunca se hacen así, pero esta era también una situación completamente extraordinaria. La UE quiere vender unanimidad, pero no la tiene, no a 27. El mensaje de Orban es que se sigue oponiendo, que no ha cambiado de idea, pero que como 26 insistían, se ha echado a un lado. Políticamente delicado pero jurídicamente aún más, y los servicios legales de las instituciones están estudiando una salida probablemente sin precedentes.
Teóricamente ha sido sólo paripé para su público nacional, porque aunque en ese momento se hablara expresamente de la adhesión, donde quedará todo recogido es en el documento de conclusiones que se aprobará por unanimidad. Pero con muchos temas abiertos todavía, quedan dudas más que grandes.
UN PROCESO TODAVÍA ABIERTO
No están claros todavía los detalles en todo caso. La fórmula que se estaba estudiando en las últimas horas suponía un proceso secuencial. Por un lado la decisión ahora de abrir negociaciones de adhesión, pero dejando pendiente una segunda fase, en la que las capitales, todas ellas, tendrían que acordar por unanimidad iniciar conversaciones en una conferencia intergubernamental.
La Comisión Europea, cuando en noviembre hizo público su informe de progresos, dijo que Ucrania y Moldavia estaban casi listas, y recomendaba el inicio de las negociaciones en cuanto culminen las reformas pendientes. En ese momento se introdujo la fecha de marzo, que es importante ahora. Hay un respaldo político, un mensaje claro en un momento muy delicado, cuando el respaldo en EEUU pero también entre gobiernos comunitarios empezaba a flaquear. Pero todavía habrá que esperar un poco para que la Comisión reciba un mandato muy claro por parte de los gobiernos nacionales para dar forma real a esas negociaciones, que podrían durar años.
El principal objetivo de esta Cumbre se ha logrado así mucho más rápido de lo que nadie soñaba. Los líderes llegaron a Bruselas anticipando una reunión hasta el sábado o incluso el domingo, por el veto húngaro a esta cuestión, pero también sobre el segundo tema, vinculado, que es también muy complicado: la revisión del Presupuesto comunitario, que incluye entre sus partidas un paquete de asistencia financiera a Kiev de hasta 50.000 millones de euros.
Esta mañana, Michel ha organizado un desayuno previo a la cumbre con Orban, Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Ursula Von der Leyen. Aun así, el autoproclamado líder iliberal se presentó en el edificio con el mismo espíritu de siempre. “Si no se cumplen las condiciones previas, no hay posibilidad de iniciar negociaciones”, dijo a los periodistas. “Ninguna posibilidad. “La ampliación no es una cuestión teórica. Es un proceso legalmente detallado y basado en méritos que tiene condiciones previas. Tendremos que volver esa cuestión cuando [las condiciones previas] sean cumplidas por los ucranianos”, dijo antes de subir a la sala. Pocas horas después, sin embargo, se comió sus palabras por la puerta de atrás.
La Cumbre sin embargo no ha hecho más que empezar y queda la cuestión del dinero, igualmente complicada pero con una diferencia: aquí el veto húngaro se puede llegar a sortear. Sería una solución menos elegante, más difícil, pero posible. La UE está renegociando su Marco Financiero Plurianual, su presupuesto que se elabora para periodos de siete años (2021-2027) pero que se ajusta cuando ha transcurrido la mitad del plazo en función de lo que haya ocurrido. Y en este tiempo han sido nada menos que una pandemia, una guerra o una crisis energética.
Dentro de esa durísima negociación (la Comisión pidió de inicio 66.000 millones adicionales en aportaciones directas de los países y la cifra se ha rebajado ya a 22.500) se incluye un paquete de 50.000 millones para Ucrania en los próximos cuatro años, entre transferencias (17.000 millones) y préstamos (33.000). Orban se opone, y algunos otros que están aprovechando las aguas revueltas para intentar sacar tajada. Pero si Budapest no permitiera que fuera a través del Presupuesto se podría hacer a nivel de los otros 26, usando otros mecanismos.
Agencias