NotMid 13/12/2023
OPINIÓN
RAÚL DEL POZO
Píndaro, que fue enterrado en un hipódromo, compuso odas a los vencedores de los juegos. Entonces, los atletas recibían dos talentos de oro y un ramo de oliva y de laurel. En su tiempo, el vencedor del pentatlón era considerado el más perfecto de los griegos. Ahora la gloria y el honor no están en ganar laureles, sino en pegar el pelotazo en Arabia o en Qatar. El fichaje de Jon Rahm -de Barrika, Vizcaya, número tres del mundo- por los saudíes, por más de 500 millones de dólares, lo convierte en el deportista mejor pagado de la historia. «El dinero es una de las razones por las que he tomado esta decisión», reconoció el ganador de Augusta. Ciertamente, el oro es una poderosa razón y no seamos moralistas, pero el deporte que estaba dirigido por mafiosos puede estar dominado por mahometanos de monarquías medievales.
El golf -un palo, una pelota, un agujero- es un juego de niños y de pastores escoceses que inventaron griegos, romanos y egipcios, que luego lo practicaron los ricos y los presidentes, y que también jugaba el Che. Con petrodólares -más de 4.000 millones de euros- los emiratos musulmanes se están apoderando del deporte de Occidente. Compran futbolistas y golfistas como si fueran concubinas, Copas del Mundo, camisetas que llevan los futbolistas como eslóganes de monarquías sanguinarias. Han corrompido a la FIFA y lograron comprar eurodiputados que aceptaron sobornos en el Qatargate. Han fichado a Ronaldo, a Benzema, se están apoderando de los de los equipos más populares de Europa, de la Fórmula 1 y de las ligas del golf.
El dinero del petróleo mueve los corazones y ve a los héroes del domingo con los pantalones bajados. Los que gritan como pulgas por un gol se lo deben a Alá. La moneda, según Adam Smith, distinguía a los hombres de los animales. Y el dinero de las tiranías se va apoderando de nuestras pasiones y hacen del deporte una nueva religión. Así como se han hecho amos de equipos de fútbol, irán comprando los 500 campos de golf que hay en España. El Estado Islámico reivindica el Al-Ándalus y con petrodólares pueden apoderarse de las mezquitas y las alhambras, y darnos por el saco. Según Galeano, un hombre puede cambiar mujer, de partido político y de religión. Pero no de equipo de fútbol, lo cual indica que el deporte es una nueva creencia basada en la pasta y la única religión sin ateos.