Parece kafkiano que el Gobierno mande al Rey a repartir abrazos a quien el presidente ha dedicado sus mayores insultos
NotMid 24/11/2023
OPINIÓN
EDUARDO ÁLVAREZ
No se van a encontrar Sánchez y Milei en Israel casi por casualidad. El recién reinvestido presidente del Gobierno trata con su visita a Oriente Próximo de dejar alguna impronta a una Presidencia española de la UE que por razones obvias ha pasado sin pena ni gloria, mientras que el argentino tiene intención de visitar Tierra Santa antes de asumir su mandato este 10 de diciembre. Uno y otro se han dicho mutuamente de todo menos bonito. Pero lo del inquilino de La Moncloa ha tenido ribetes de irresponsabilidad propios de principiante, aunque en este caso tengan más que ver con las peculiaridades del carácter de quien va de sobrado por la vida.
Y ya se sabe lo que les pasa a los que escupen al cielo. Justo lo que hizo Sánchez arremetiendo contra Milei durante su discurso en el debate de investidura con la solemnidad del cargo para el que solicitaba la confianza a Sus Señorías. Y que no nos pase nada a los españolitos cuando gane Trump, que también le dirá a nuestro presidente eso de arrieritos somos, porque ya es de ser memo lo de aprovechar el mismo debate para insultar también a quien tiene tantas papeletas de reinstalarse en la Casa Blanca.
La traca ha sido que Sánchez haya sido el único dirigente de la comunidad iberoamericana que no ha felicitado a Milei por su victoria en las urnas, junto a dos o tres líderes bolivarianos. Hasta mandatarios que son tótems del izquierdismo regional como Lula han tenido la talla democrática y de cortesía que le ha faltado a nuestro presidente. Y con estas actitudes seguimos perdiendo a marchas forzadas peso e influencia en esa Latinoamérica en la que, por desgracia, España cada vez pinta menos en lo político. Más allá de la chequera china, la sacudida de la irrupción rusa o la pugna entre bloques cada vez más hiperideologizados, los expertos vienen alertando con el éxito de quien predica en el desierto de las consecuencias de la falta de tesón y de la nula estrategia hacia Latinoamérica mostradas por los últimos gobiernos, en especial desde Rajoy, que en esto fue un desastre.
La pregunta primera es si Sánchez le hará comerse el sapo y arreglar su desaguisado argentino al Rey. Sabido es que Felipe VI acude a casi todas las tomas de posesión de los presidentes latinoamericanos. Pero parece kafkiano que el Gobierno mande al Monarca a repartir abrazos y a poner ojitos a quien el presidente ha dedicado sus mayores insultos y a quien ni siquiera ha reconocido por su triunfo en las urnas. A un Rey, el jefe del Ejecutivo no puede usarlo como un correveidile. Y en los últimos años al Monarca no se le ha permitido ejercer con fundamento lo que dice el 56.1 de la Constitución -“asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica”-, que no puede restringirse a la asistencia a tomas de posesiones. Un papel de liderazgo e influencia de Don Felipe en la región también es un mandato constitucional de obligado cumplimiento, que aquí cada cual hace caso o pasa de lo que dice la Ley de leyes así le convenga. Claro que para ello lo primero es que el inquilino de Moncloa no se comporte como un bocachanclas.