NotMid 02/11/2023
OPINIÓN
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA
¿Cuántas veces, desde el 7 de octubre, han escuchado la fórmula «condenamos el terrorismo de Hamas y reconocemos el derecho de Israel a existir dentro de unas fronteras seguras, pero exigimos una respuesta proporcional acorde con el derecho humanitario internacional y una solución al conflicto basada en los dos Estados»? Una fórmula, especialmente los dos Estados, tan imprescindible como impecable, pero inaplicable a Gaza y Hamas.
En su carta fundacional, fechada en 1988, Hamas plantea que «Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes». Hamas aboga por una solución basada en (solo) un Estado islámico que sustituya a Israel y Palestina, niega (art. 13) que exista una solución negociada pues la «yihad es la única respuesta» y señala que ante «un enemigo vicioso que actúa de manera similar al nazismo, no hay diferenciación entre hombre, mujer, niños y ancianos». Para ello, cuenta con los 30.000 integrantes de las Brigadas Ezzeldin Al-Qassam, creadas en 1992 con el objetivo de impedir mediante el uso del terrorismo la aplicación de los acuerdos de Oslo, de 1993, por los que Isaac Rabin y Yasir Arafat acordaron el plan de paz que llevaría a un Estado palestino.
Esa es la naturaleza del enemigo que enfrenta Israel, con el apoyo de un Estado, Irán, con ambiciones nucleares no escondidas, que también aspira a destruir Israel. Se trata de un desafío existencial de una magnitud desconocida por nuestras democracias, y que se aplica sobre el trasfondo no solo del genocidio sino de la historia posterior a 1947. El Estado israelí nació rodeado de países que no reconocían su existencia y afirmaban públicamente su deseo de eliminarlo, a la vez que sin profundidad estratégica para defender militarmente su territorio.
Los palestinos podrían llevar disfrutando de un Estado propio desde 1947, cuando la ONU, con el apoyo de EEUU y la URSS (¡imagínense!) aprobó el Plan de partición de Palestina. Pero la mayoría de los líderes árabes y palestinos no solo se opusieron, sino que iniciaron tres guerras contra Israel (en 1948, 1967 y 1973) que perdieron, lo que llevó a Egipto y Jordania a la paz con Israel, y a reconocer su existencia. Hamas va 76 años por detrás del reloj, y no parece tener otro camino hacia la paz que la derrota.