NotMid 13/09/2023
OPINIÓN
Esperemos que se cumpla aquella máxima de Galdós según la cual en España lo previsto no ocurre jamás. En este instante, lo previsto por personas de buen juicio es que el despotismo ignaro de Pedro Sánchez achique los límites de la democracia, de la historia y la extensión de nuestro país. Sánchez es el dueño y señor del PSOE, un becario de la perfidia política que engaña a los leales y se deja chantajear por los que quieren destruir la nación. Ha pasado como dirigente del PSOE a ser una amenaza. De qué PSOE. Como declara Tomás Gómez, el de Sánchez no es el verdadero PSOE porque representa una traición al país y a la izquierda. Claro que eso lo dicen los ex, los que no pueden ser oportunistas. Pero es cierto que el partido de hoy ha borrado la democracia interna y puede llevarnos a una crisis que haga saltar por los aires el Estado. Es asombroso que el partido y los ciudadanos hayan soportado el autoritarismo tramposo del líder que no es capaz de ganar comicios y aguanta en Moncloa.
El PSOE de nuevo cuño ha perdido las elecciones autonómicas y municipales y las generales, aunque no la mayoría parlamentaria para formar Gobierno. Ha despreciado a los padres fundadores. Ha perdido la base social y acepta la demolición que proponen los partidos separatistas. Pacta con la verdadera caverna, el supremacismo separata, y le pone el nombre de progresismo. Propone una legislatura que ya le está estallando en las manos y no hay fuerzas democráticas que puedan pararlo. El jefe del PSOE declara que, gracias a sus políticas, se ha salvado la convivencia en Cataluña, y tampoco es verdad. En su ridícula España multinivel, cada vez más invertebrada, hace seis años que independentistas, con sueldo del Estado, después de un referéndum tramposo, proclamaron una república ficción.
Hoy Cataluña es un país destruido por su propia historia. Los independentistas siguen trincando y si los partidos leales no los paran, pueden lograr la amnistía. Los separatistas crecidos pueden volver a proclamar la independencia y, aunque temen las elecciones, el odio entre ellos es tan feroz que pueden provocar la repetición de los comicios. La Diada ha sido una apología de la independencia. Aragonès cantó a la República catalana y solo le faltó participar en los escraches en los que quemaron banderas y retratos del Rey. La convivencia en Cataluña es un embuste más.