Las evidencias de los pasaportes de 189 ciudadanos de Cuba que fueron enrolados en el ejército ruso por el mayor Anton Valentinovich Perevozchikov con la complicidad de la coronel Milián Gómez, agregada militar de la embajada cubana en Moscú
NotMid 09/09/2023
MUNDO
Son inmigrantes económicos. La gran mayoría, desempleados o trabajadores del campo o la construcción que en Cuba reciben los salarios mas bajos. Les ofrecieron ganar en un mes el equivalente a dos años de trabajo en la isla y no lo pensaron más. Les dijeron que viajaban a Rusia para “participar de los esfuerzos de reconstrucción” en las zonas ocupadas de Ucrania. Terminaron firmando un contrato con el ejército ruso por un año con la obligación de combatir en el frente. “Los usan como carne de cañón”, asegura el gobierno ucraniano.
El grupo de hackers conocidos como “Resistencia Cibernética”, que opera para el ejército ucraniano, logró infiltrarse en la red de enrolamiento y consiguió las copias de los pasaportes de 189 jóvenes cubanos que fueron reclutados en La Habana para combatir en Ucrania. Se trata del grupo más numeroso que viajó a Moscú entre julio y agosto, pero no son los únicos. Muchos más hicieron el mismo itinerario marcado por la red de reclutadores desde la invasión rusa de febrero de 2022. The Intercept, el medio digital que sirvió de plataforma para las filtraciones del analista de seguridad estadounidense Edward Snowden, tuvo la primicia esta semana y ahora Infobae recibió de los mismos hackers una copia de las carpetas con los pasaportes.
De acuerdo a los testimonios de algunos de los jóvenes reclutados que se difundieron en las redes sociales, fueron conectados en La Habana por una mujer cubana y un “traductor” ruso que les hicieron firmar un primer documento en ruso que los comprometía a combatir en Ucrania. Esa persona los conectó con “empleados” del gobierno cubano que les entregaron en pocos días su pasaporte, algo que no es habitual para cualquier cubano medio y es un trámite que puede tomar meses. También les entregó un pasaje de la aerolínea Aeroflot que tiene un vuelo que hace una ruta alternativa entre el aeropuerto Juan Guadalberto Gómez de Varadero, la ciudad turística exclusiva para extranjeros, y el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú. Viajaron en grupos de entre 10 y 30 jóvenes por vuelo.
El mayor Anton Valentinovich Perevozchikov de la unidad aerotransportada del ejército ruso en su oficina de reclutamiento de la ciudad de Tulsa, a 150 kilómetros de Moscú. (Ciber Resistance)
Desde Moscú, los mercenarios cubanos fueron enviados a Tula, una ciudad a 156 kilómetros al sur de Moscú, donde se encuentra la unidad más importante de las fuerzas aerotransportadas del ejército ruso. Allí los recibió el mayor Anton Valentinovich Perevozchikov quien les retuvo el pasaporte y les hizo firmar el contrato por dos períodos de seis meses. Las copias de esos pasaportes son las que fueron obtenidos por los hackers de Resistencia Cibernética. Entre los muchos detalles del hackeo de la bandeja de entrada del oficial ruso se encuentran intercambios de correos electrónicos con cuentas militares y con los traductores que tramitaron los pasaportes cubanos; imágenes de reuniones internas con oficiales uniformados de alto rango; y una hoja de cálculo Excel con casi un centenar de contactos de reclutamiento en cuatro de los cinco distritos militares oficiales de Rusia.
De acuerdo a fuentes de inteligencia ucranianas, toda esta red de reclutamiento fue coordinada por el gobierno ruso con la coronel del ejército cubano Mónica Milián Gómez, la actual agregada militar en Moscú e hija del fallecido general de división Roberto Milián Vega, que combatió en la revolución junto a Raúl Castro.
Los contratos prometen “un pago único en efectivo por valor de 195.000 rublos”, 1.979 dólares, a los cubanos que firmen para servir en la zona de la “operación militar especial” (el eufemismo del Kremlin para referirse a la invasión de Ucrania) y pagos mensuales de 204.000 rublos al mes, 2.071 dólares, dependiendo del rango, junto con varias prestaciones conyugales y familiares. Son el mismo tipo de contratos que les hacen firmar a los jóvenes de etnias y pueblos aislados, tanto de Rusia como de algunas ex repúblicas soviéticas.
La coronel Mónica Milián Gómez del ejército de Cuba, actual agregada militar en la embajada de ese país en Moscú. (Moscú Times)
Los contratos especifican que una vez finalizado los dos períodos de seis meses, si vuelven a firmar otro contrato similar, además de su sueldo los mercenarios podrían acceder a viviendas a expensas del Ministerio de Defensa de Rusia a través del sistema de acumulación y préstamos hipotecarios; una vivienda de servicio o compensación de alquiler; exámenes, tratamiento y rehabilitación gratuitos en instituciones médicas militares; un seguro de vida y salud a expensas del presupuesto federal; y el derecho a una pensión preferencial después de 20 años de servicio. También tienen incentivos y moratorias fiscales, así como plazas financiadas por el Estado para que sus hijos estudien en universidades rusas.
Un funcionario ucraniano con conocimiento del funcionamiento de la red de reclutamiento ruso-cubana aseguró a The Intercept que “evidentemente la gente de Putin está desesperada por conseguir mano de obra barata para evitar lanzar un nuevo reclutamiento obligatorio en Rusia”. Y agregó que “aparte de los salarios, el gobierno ruso está obligado a proporcionar compensaciones adicionales en caso de lesiones o muerte de sus ciudadanos. Sin embargo, esta responsabilidad no se extiende a los ciudadanos cubanos. Cuando vienes aquí para obtener beneficios económicos, tu muerte es sólo problema tuyo”
Aquí hay que aclarar que Ucrania tiene una legión de voluntarios extranjeros con más de 20.000 combatientes provenientes de todo el mundo, unos 1.000 de varios países latinoamericanos que también reciben un salario similar al de cualquier otro soldado ucraniano de su mismo rango. Por su parte, en las filas rusas, se sabe de la participación de soldados sirios y asesores militares iraníes, también batallones de serbios, así como combatientes entrenados en varios países africanos por los mercenarios del Grupo Wagner.
Rolando Adonis Boza Morton compartió fotos suyas en julio último en Tula, cerca del centro de reclutamiento de cubanos en Rusia. (X, antes conocida como Twitter)
Entre los mercenarios registrados por Perevozchikov también aparece uno de nacionalidad colombiana. Del examen de los pasaportes filtrados resalta el rango de edad que van desde el mayor de todos, Elder Luis González, de 68 años, al menor, Yoender Raúl Mena Álvarez-Bouilla, cumplió los 18 en marzo pasado. También hay hermanos gemelos: José Antonio y Luis Antonio Sable González. La mayoría proviene de La Habana (81), le siguen los de Villa Clara, con 29 hombres; Santiago de Cuba (21); Guantánamo (11); Holguín y Pinar del Río, nueve cada uno.
Al menos dos de los cubanos reclutados, Andorf Velázquez García y Alex Vegas Díaz, ambos de 19 años, publicaron un video en Facebook en el que denunciaron que los llevaron engañados a Rusia y que por negarse a combatir en el frente se encontraban en la retaguardia dentro de Ucrania con la condición de “enfermo”, sin pasaporte ni dinero para poder regresar a Cuba. “Nos dijeron que íbamos a trabajar en la construcción, reparando casas en las zonas ocupadas”, asegura Andorf.
El lunes, el gobierno cubano intentó desligarse de la red de reclutamiento. Dijo que había descubierto una “red de tráfico humano” criminal que transportaba a algunos de sus ciudadanos al “esfuerzo bélico ruso” y negó cualquier participación oficial en el asunto. “El Ministerio del Interior detectó y trabaja en la neutralización y desmantelamiento de una red de tráfico de personas que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos radicados allí, e incluso algunos de Cuba, a las fuerzas militares que participan en las operaciones militares en Ucrania”, según el comunicado. “Cuba tiene una firme y clara posición histórica contra el mercenarismo y desempeña un activo papel en las Naciones Unidas en repudio a esa práctica”
Varios de los jóvenes cubanos publicaron fotos en sus cuentas de las redes sociales que los muestran en el frente de la oficina de reclutamiento del mayor Perevozchikov, en la calle Comintern 28 de Tula. Allí, Aliesky Anache Justi, proveniente de Olguín, se hizo una foto que puso como foto de perfil en su muro de Facebook que creó el 19 de julio. Resistencia Cibernética mostró que este hombre de 34 años entró a la Federación de Rusia el 18 de julio de 2023, el mismo día que envió una foto de su pasaporte al reclutador. También Michael Guillermo Valido Oropesa, habanero de 30 años, publicó en sus redes personales fotos suyas en esa calle, frente al mercado Pyaterochka, una popular cadena de supermercados rusos. Y Rolando Adonis Boza Morton, de Guantánamo, no solo publicó fotos suyas en Tula, sino que también posó ante monumentos y esculturas de la ciudad. Incluso, en una de ellas se muestra junto a un equipo de misiles antiaéreos con la letra Z que identifica a las tropas invasoras rusas.
Según los hackers ucranianos, su análisis de la información recopilada “no confirmó ninguna conexión profunda entre estas personas antes del reclutamiento. No se puede decir que sean convictos, o exmilitares. (…) Lo único que une a la mayoría es la pobreza”. Y ponen como ejemplo el caso de Yasser Galindo Ruvalcaba, un santiaguero nacido en 1982, que era obrero de la construcción en Cuba hasta que la pandemia del Covid-19 lo dejó casi sin ingresos. En varias publicaciones en las redes se quejó de su situación y compartió varias fotos con su esposa e hija pequeña en un barrio de casas de madera que los cubanos conocen como “llega y pon”. También dijo que estaba desesperado por conseguir alguna salida a su situación.
Seguramente creyó haberla encontrado cuando se le acercó la reclutadora cubana con la propuesta de “un futuro mejor”
Agencias