Los alzamientos en Níger y Gabón acentúan el declive de la ‘Françafrique’ y París pierde su influencia en ex colonias con poder estratégico y económico
NotMid 03/09/2023
MUNDO
El pasado mes de marzo, en una gira por África, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo lo siguiente: “La era de la Françafrique ya pasó. A veces tengo la sensación de que las mentalidades no evolucionan al mismo tiempo que nosotros, cuando escucho que aún atribuimos a Francia intenciones que no tiene”. Días después, en República Democrática de Congo, Macron era recibido con pancartas de “Macron asesino, Putin salvador“. Otra manera de ilustrar el fin de esa era.
En 2008, el entonces presidente Nicolas Sarkozy también había prometido, esta vez en Dakar (Senegal), el fin de la Françafrique . Y en 2012, con el socialista François Hollande ya en el poder, éste reiteró que “el tiempo de la Françafrique se ha renovado: está Francia y está África, y luego hay relaciones de colaboración entre Francia y África, fundadas en el respeto y la solidaridad”, dijo, también desde Dakar.
El fin de la Françafrique ha sido vaticinado por unos y otros desde la propia Françafrique . En el caso de Macron, desde Gabón, el último estado en sufrir un golpe de Estado por parte de militares. El presidente, Ali Bongo, ha sido expulsado tras 50 años en el poder. Es el quinto golpe militar en África desde 2020, el segundo en apenas dos meses, tras el de Níger el pasado julio.
Antes fueron Mali, Burkina Faso y Guinea Conakry, países bajo la influencia de la antigua potencia colonial. En los dos primeros, París tenía tropas. Estos golpes militares han acelerado en poco tiempo esa pérdida de influencia (anunciada por los presidentes franceses con la boca pequeña) en un territorio donde París ha mantenido cierto poder, económico o estratégico.
Es el fin de lo que desde París siempre se ha denominado la Françafrique, término que se refiere a la relación entre París y sus ex colonias. Este proceso de retirada que nunca acaba y que lo define bien el libro Une histoire de laFrançafrique cuando habla del “imperio que no quiere morir”.
A partir de 1960, Francia dio oficialmente la independencia a sus antiguas colonias, pero “París ha perpetuado, sin embargo, el imperio francés de otra forma, a través de la Françafrique”, define el tomo, una de las obras más relevantes en la materia en la que varios analistas muestran que este sistema “lejos de morir, no para de readaptarse para renovarse mejor”.
El uso de la lengua francesa sigue siendo el pegamento entre estos países y París, y se sigue usando la moneda colonia: el Franco CFA. Es la francofonía lo que mantiene el vínculo. De hecho, los presidentes “que no quieren parecen francófilos, porque esto no tiene buena prensa, usan el ingles”, dice François Soudan, director de la revista Jeune Afrique.
“Este sistema va muriendo, pero muy poco a poco, es un final con una larga agonía”, analiza a este periódico Marielle Debos, investigadora del Instituto de Ciencias Sociales de la Política y experta en política postcolonial de Francia en el Sahel. A Francia esta muerte “le sienta bien”, ilustra el citado libro.
“La Françafrique es un término antiguo, popularizado por todos aquellos que criticaban las estrechas relaciones entre Francia y sus antiguas colonia. Hay que tener en cuenta que éstas tienen una particularidad que no tiene Reino Unido con las suyas, por ejemplo. Son más estrechas e incluyen la presencia de bases militares incluso”, analiza la experta.
Los últimos golpes militares han alimentado el sentimiento antifrancés, aunque no tienen todos la misma naturaleza. En los de Malí, Burkina Faso y Níger “hay una motivación que tiene que ver más con la seguridad”, en un contexto de la guerra contra el yihadismo, mientras que en Guinea Conakry o Gabón “ha sido la mala gobernanza de los dirigentes”, explica Soudan.
El sentimiento antifrancés es el denominador común en unos y otros, pero el grado es muy distinto. Tiene que ver, en parte, con la presencia militar, por eso esa francofobia está más acentuada en Mali o Burkina, mientras que en Gabón, por ejemplo, “no se ven tanto las bandera prorusas ni las proclamas antifrancesas”.
Soudan hace referencia a la operación Barkhane, llevada a cabo por Francia en el Sahel para luchar contra el terrorismo. Tras los golpes en Mali y Burkina en 2020, París decidió retirar sus tropas a principio de 2022. En agosto se retiraron completamente. “Cuanto más se prolongaba la presencia militar en Mali, mayor era el odio antifrancés”, dice.
La relación de Francia con África es tan ambigua como las palabras del propio Macron, cuando dice hace unos meses que ya no existe la Françafrique, pero el lunes recuerda que Mali o Burkina Faso “no existirían” si Francia no los hubiera protegido, en referencia a la operación militar Barkhane.
“El sistema de la Françafrique se manifiesta todavía con la arrogancia con la que Macron dice que esos países no existirían si no fuera por Francia“, explica Delbos. Este “paternalismo, aún presente a través de estas declaraciones, los africanos sólo se lo pueden tomar a mal y eso alimenta ese sentimiento antifrancés”, resume la experta.
“Francia ya no juega el rol que tenía antes, el de garantizar la seguridad en el territorio. Estamos en el siglo XXI y la política ha cambiado, la influencia de París ha disminuido mucho. Lo que ocurre es que en estos países hay un decalaje sobre la evolución de las cosas y creen que la relación es la misma, pero no”, según Thierry Vircoulon, experto en esta parte de África del Instituto francés de relaciones internacionales.
Los intereses económicos de Francia en algunos países del continente han alimentado el rechazo: muchas de estas poblaciones sienten que Francia les roba. París depende mucho del uranio de Níger y muchas empresas han tenido situación de monopolio.
“Los intereses no son los mismos en todos los países, en algunos son económicos;en otros estratégicos. En Chad, por ejemplo, hay una base militar, pero en Níger había un interés más económico”, dice Delbos.
Las relaciones entre el Elíseo y los líderes africanos , y viceversa, también son complejas. En Gabón, Bongo era un aliado “un poco incómodo”, reconoce Soudan. Llevaba décadas en el poder, por eso la postura de Francia ha sido algo ambigua. En Níger el Gobierno acababa de ser elegido. La reacción ha sido más contundente y París incluso era partidaria de intervenir. La Junta militar acusó el viernes a Francia de “ingerencia”.
África se ha convertido en un protagonista más de la geopolítica marcada por el conflicto ruso. Francia pierde influencia; Moscú aprovecha para ganar espacio. Hay quienes hablan de una nueva colonización rusa, aunque “es excesivo: Rusia no es el motor de todo lo que está pasando, es algo más endógeno”, explica Thierry Vircoulon.
Según Mirelle Delbos, “las operaciones militares de Francia han generado un sentimiento antifrancés y esto ha cristalizado en un gran descontento. Los que han llegado al poder ahora son los que alientan este odio“. También los mercenarios prorrusos de Wagner.
Ha habido “un oportunismo de los militares, sobre todo en las poblaciones urbanas de las ciudades africanas”, coinciden Soudan.
Los expertos no creen que haya una recolonización de Rusia, pero sí una influencia cada vez más importante. Rusia juega la carta del descontento francés, lo que están haciendo en Mali o República Centroafricana “es mucho peor que todo lo que ha hecho Francia”, dice Delbos.
Los militares que han protagonizado los golpes de Estado tienen un discurso soberanista: África debe decidir su propio destino. La pregunta es: ¿Está África decidiendo su propio destino? “Hay una explosión de un populismo digital, sobre todo en las redes sociales, que necesita un buque emisario, y en este caso es Francia la víctima de este populismo apoyado por Rusia”, dice Vircoulon.
“Hay un descontento que se inscribe, por un lado, en una historia larga entre Francia y África, y por otro, en un mensaje soberanista y anti imperialista de los militates. Ambas cosas son verdad: la crítica legítima y el oportunismo. No hay que olvidar que estos regímenes no son revoluciones democraticas”, dice Mirelle Delbos.
El problema no es Francia. “Hay una epidemia de golpes de Estado den África y habrá más porque esto es contagioso. Los militares africanos se han dado cuenta de que pueden acceder al poder sin que nadie se oponga. Han visto que pueden hacerlo fácilmente y esto es el resultado de una impotencia de la democracia en estos países que nada tiene que ver con Francia”, señala Vircoulon.
“Habrá más golpes de Estado, hay países muy frágiles, como Costa de Marfil, Camerún, Chad, Togo…”, continúa el experto, que opina que esta ola es similar a la de que hubo en muchos países de América Latina en los años 60, donde muchos países quedaron dirigidos por juntas militares. “En África tampoco es una novedad. Es la vuelta a una época, en los años 90 ya pasó. Es la vuelta al pasado”.
Todos coinciden en que hay que refundar las relaciones entre Francia y África. “Ya no existe ese vínculo que había con Charles De Gaulle o Jacques Chirac, pero el sentimiento antifrancés prevalece”, dice Soudan.
De todos, el golpe más bajo para Francia ha sido Níger: el presidente acababa de ser elegido de manera democrática, no encarnaba a las viejas dinastías vinculadas a París: “Es un golpe para la política francesa en el continente, pues era su vitrina. Por eso han defendido hasta el final que se restaure al presidente”, analiza Soudan. El lunes Macron pidió a sus diplomáticos resistir. La junta en Niamey (Níger) dio un ultimátum al embajador francés para que se vaya. Éste sigue en su puesto.
Agencias