Casi 24 millones de jóvenes chinos de entre 9 y 19 años figuraban como “médicamente dependientes” según las estadísticas nacionales.
NotMid 06/08/2023
ASIA
Zhao, que tiene un hijo de 11 años, se quedó muy impactado por un vídeo que se hizo viral a principios de año en China en el que un niño de la misma edad amenazaba a su padre con un cuchillo porque este le había confiscado el móvil. “Al parecer, el crío era adicto a los videojuegos de las apps del móvil. Me asusté mucho al ver esas imágenes porque a mi hijo, cuando le hemos quitamos el teléfono, también le han entrado alguna vez ataques de furia, aunque sin llegar ni mucho menos a esos niveles”, cuenta este funcionario treintañero que trabaja en Shanghai.
En la casa de Zhao está prohibido usar el móvil a la hora de comer, ver una película o dar un paseo en familia. “El problema es que incluso a mi mujer y a mí nos cuesta cumplir nuestras propias reglas. Estamos todos enganchados, incapaces de pasar más de 20 minutos sin consultar el móvil”, continúa. “Pero la ansiedad que tiene mi hijo, y la mayoría de niños de su edad, no es normal. Por eso este verano se está desintoxicando de cualquier aparato tecnológico en un campamento que hay en el pueblo de sus abuelos”.
Los padres de Zhao, que viven en las montañas de Shaanxi, una provincia al norte de China, fueron los que le convencieron de mandar al crío en agosto a un campamento de verano, focalizado en actividades deportivas y talleres de matemáticas, que prohíbe a los menores usar el móvil. “Únicamente les dejan los teléfonos durante 10 minutos el fin de semana para que llamen a las familias. Es como una de esas famosas clínicas que hay para tratar la adicción a Internet, pero al aire libre y más centrado en los juegos que en las terapias”, explica el padre.
Estos centros de rehabilitación de los que habla Zhao se popularizaron en China hace un par de décadas con polémicos tratamientos de electroshock, que fueron prohibidos en 2010. Muchos adolescentes pasaron por terapias basadas en fuertes descargas eléctricas al cerebro. Ahora, hay registradas alrededor de 350 clínicas para tratar la adicción a Internet, pero que utilizan una disciplina más militar.
Un ejemplo de estas clínicas es la que dirige en Pekín un ex coronel del ejército llamado Tao Ran, quien cobra alrededor de 10.000 yuanes (1.300 euros) al mes al paciente por una terapia que combina sesiones de psicólogo, medicamentos contra la ansiedad y mucho ejercicio. “Tenemos niños de nueve años y adultos de 30”, contaba Tao en una entrevista.
Las últimas estadísticas nacionales, de principios de 2023, señalan que el 98% de los jóvenes chinos (de entre 9 y 19 años) tenía un teléfono móvil, y casi 24 millones de ellos figuraban como “médicamente dependientes“, es decir, que padecen una muy seria adicción. Las autoridades son conscientes del problema y por ello llevan tiempo buscando la protección de los menores frente a las pantallas, tratando de regular el acceso de los más jóvenes a la tecnología.
Hace unos días, la Administración del Ciberespacio (CAC), el órgano que regula el Internet en el gigante asiático, anunció que se estaba estudiando una propuesta de ley con varios vértices: los menores de edad no podrán conectarse a Internet entre las 22:00 horas y las 06:00 horas. El plan también establece un límite de tiempo para usar el móvil durante el día, no más de 40 minutos para niños menores de 8 años, solo una hora para niños de entre 8 a 16 años, y dos horas para adolescentes de 16 a 18 años.
Para implementar estos controles, las autoridades ordenarán a los proveedores de dispositivos electrónicos o teléfonos, como Xiaomi, que desarrollen un “modo menor”. Serán los padres quienes podrán configurar este sistema en los dispositivos. Las nuevas reglas también obligarán a las plataformas que suministran el contenido en línea, como ByteDance y Tencent (una especializada en vídeos cortos y la otra en videojuegos) a crear un grupo separado y limitado de videos y juegos disponibles para cualquier persona menor de 18 años que use estos aparatos en el modo permitido.
Según un informe de la Universidad de Wuhan publicado este año, basado en una encuesta realizada desde 2021 a más de 13.000 niños y a sus padres en las provincias de Henan, Hubei y Hunan, al menos el 67% de estos menores mostró una tendencia a la adicción al teléfono móvil, mientras que el 21% estaba “gravemente adicto”. El informe señalaba además que el 40% de estos niños usaba sus propios teléfonos móviles y el 50% utilizaba el de sus padres para jugar a juegos en línea y ver videos cortos.
La CAC ya introdujo el año pasado varias medidas para limitar el tiempo que los menores pueden jugar a videojuegos: no más de tres horas semanales – de 20.00 a 21.00 horas de la noche los viernes, sábados y domingos – utilizando parámetros de verificación de identidad y pruebas de reconocimiento facial.
La preocupación por esta adicción a los videojuegos – que ha acarreado muertes, como la de un hombre de Shanghai que falleció tras un maratón de World of Warcraft de 19 horas o la de otro en Guangzhou con un infarto cerebral después de jugar sin parar durante 40 horas – fue precisamente la que provocó el boom de las clínicas que combinan terapias y ejercicios militares para pacientes con los llamados trastornos del juego.
Un reportaje de la cadena estatal CCTV explicaba recientemente que la pandemia agravó aún más las adicciones y que muchos de estos centros se han llenado sobre todo de niños y adolescentes que viven en las áreas más rurales. Son los bautizados popularmente como “niños abandonados”, menores cuyos padres se fueron a trabajar a la ciudad y los dejaron al cuidado de los abuelos, quienes no tienen la misma autoridad para confiscarles los móviles. Un problema de adicción que ha llegado hasta las aulas porque en el plan de estudios de algunas escuelas ya están introduciendo cursos sobre el manejo adecuado de los teléfonos móviles para evitar crear una dependencia total hacia ellos.
Agencias