Accedemos a la conversación telefónica entre Sánchez y Feijóo en la que este le plantea acuerdos. Pero no somos los únicos: Mohamed VI también ha accedido
NotMid 06/08/2023
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Suena el teléfono del presidente Sánchez en La Mareta. Al mismo tiempo suena también un teléfono en algún lugar de Rabat, y el rey de Marruecos descuelga con cuidado para oír la conversación a hurtadillas. Hace meses que escucha todas las conversaciones de Pedro Sánchez gracias al hackeo de su móvil. Conviene señalar que Mohamed VI se aburre bastante: concentrar todos los poderes en su persona era más divertido cuando le daba derecho a organizar vistosas ejecuciones públicas y torneos de cetrería con las entrañas de los reos. Pero los buenos tiempos quedaron atrás, y tampoco puede pasarse todo el año en París. Así que Mohamed ha hecho del espionaje a Sánchez su principal pasatiempo autocrático.
No todas las conversaciones le entretienen por igual. Cuando llama Yolanda Díaz, el monarca alauí experimenta ciertos desarreglos hiperglucémicos relacionados con la retórica empalagosa de la vicepresidenta segunda. Cuando llama Zapatero, le cuesta seguir el hilo de inopinadas disertaciones sobre las nubes y el infinito. Y cuando llama María Jesús Montero, con su prosodia de campana extractora de cocina, tiene que colgar enseguida, antes de que se le instale una migraña entre las sienes que tarda una semana en abandonarle. Pero esta vez la conversación le interesó desde el principio: desde el mismo instante en que reconoció la voz del contrincante de Pedro y líder del PP: Alberto Núñez Feijóo.
-¿Señor presidente?
-Hombre, Alberto. Cómo va eso. He pensado si debía cogerte el teléfono, no quería darte falsas esperanzas, pero lo hago para que veas que soy un demócrata.
-Muchas gracias, hombre. Todo un detalle. No habría estado mal que me felicitaras por ganar las elecciones.
-He felicitado a Santi, que lo ha hecho estupendamente. Pero tú no has ganado nada. Aquí mando yo y voy a seguir mandando yo.
-De eso mismo quería hablarte. Porque no eres exactamente tú quien va a mandar si no hablamos, sino el tipo de Waterloo. Ese al que aplicaste el 155 junto con nosotros.
-Bah, eso. Era mi etapa facha. Menos mal que cambié de opinión. Gracias a eso aquí me tienes.
-Quedamos en conversar tras el recuento del voto exterior, no sé si lo recuerdas.
-Pues la verdad es que no. O quizá también ahí he cambiado de opinión, ja, ja, ja.
-No pierdas ese sentido del humor, Pedro. Te humaniza mucho. Debo entender entonces que solo me quieres para repartirnos los jueces.
-Exactamente. En todo lo demás lo que tienes que hacer es oponerte mucho, para que mis socios vean que mis políticas enfadan al fascismo y se mantengan pegaditos a mí. Luego yo salgo y me quejo de tu oposición destructiva. Así es el juego, no me seas novato.
-Sabes que cada votación parlamentaria será un parto.
-Lo tengo previsto: no voy a legislar. Me dedicaré a administrar. Vais a comer Falcon hasta hartaros.
-Lo imaginaba. ¿Y mandarás a María Jesús a Waterloo para elaborar allí los presupuestos?
-Ya la he mandado, de hecho. Varias veces. La metemos en el maletero para que no dé el cante en la aduana y para mostrar solidaridad con el president. Al principio se quejaba, pero es muy sacrificá, como ella dice. Oye, y si no funciona se prorrogan las cuentas del año pasado y listos.
-¿Y si perdemos los fondos?
-Pero si no ejecutamos ni la mitad. Nos sale la pasta por las orejas, Albertiño querido.
-¿Y vas a darle la consulta a un prófugo? Sabes que Bildu pedirá otra.
-Tengo a Cándido en ello, sí. Y los amigos de La Vanguardia y El País están ultimando el argumentario para que Carles pueda vender en Cataluña que será vinculante mientras yo vendo en España que es un paripé desinflamatorio. Las dos cosas son ciertas: ya sabes que la verdad está al servicio de la política y no al revés. Se llama bilocación argumental progresista.
-Ya. ¿Y si surge una emergencia?
-Para eso sirve el PP, ¿no? Si mis socios me abandonan cuento con que os comportéis como un partido de Estado. ¿O es que tengo que sacarte otra vez la foto de Marcial Dorado?
-¿Ni siquiera en política exterior podemos tener una línea abierta?
-Yo no distingo entre dentro y fuera, Alberto. Mi visión es holística, infinita, como me dice siempre José Luis. Yo solo distingo quién está conmigo y quién está contra mí.
De pronto se oye un carraspeo extraño que hace enmudecer súbitamente a los dos interlocutores. Habrían jurado que estaban solos.
-Perdonen que me meta en su conversación, señores. Soy Mohamed VI de Marruecos. He seguido atentamente su diálogo. Está claro que Pedro se parece más a mí, pero tú, Alberto, me estás decepcionando. Siendo gallego, como nuestro añorado Franco, esperaba más de ti. No sé, que fueras un poquito más autoritario. Así no vas a mandar nunca.