Núñez Feijóo llamó a Ortuzar el martes pasado y recibió un buen tortazo del que ahora se alardea en público. Como lo recibió antes Rajoy
NotMid 31/07/2023
OPINIÓN
JOSU DE MIGUEL
Nada más interesante que empezar agosto con un análisis de las elecciones generales en el País Vasco. Dicen los comentaristas que ha sido una sorpresa la victoria del PSOE, la fuerza en votos mostrada por Bildu o la aparente derrota del PNV. Les doy unos datos: en 2008, el PSOE ganó y obtuvo unos resultados excepcionales que ayudaron a conducir, por segunda vez, a Zapatero a la Moncloa. En 2011, la Coalición Amaiur -precuela de lo que sería Bildu- arrasó, obteniendo siete de los 18 diputados en juego. En 2016, Podemos, contra todo pronóstico, se llevó seis de los escaños del Congreso y alcanzó los 333.000 votos. La única sorpresa detectable es que las mejores cabezas de este país no vean lo obvio: en Euskadi se piensa, se actúa y se vota de acuerdo a los cánones de la izquierda contemporánea.
Sí, querido lector, en el País Vasco no hay mucho pluralismo político. Los que circulamos por allí sabemos bien que ser español, conservador o defender el libre mercado es un estigma que es conveniente no airear entre amigos y familiares. La gente frunce el ceño y es mejor hablar del Athletic Club o de dónde se van a pasar las vacaciones, si en Cantabria o en Cádiz. En Pintxolandia todos disfrutamos del hedonismo que proporciona el Partido Unificado. Hay más perros que niños, tenemos un modelo de bienestar que ya envidian hasta los escandinavos y apoyamos las nuevas moralidades que circulan: género, transexualidad o muerte digna. Todas estas cosas buenas las comparten casi todos los partidos vascos y da mucha tristeza seguir viendo cómo la inteligencia española sigue pensando que Sabino Arana y el siglo XIX pintan algo en nuestro imaginario.
Hace unas semanas, Iturgaiz regaló sin contrapartidas -que se sepa- al PNV la Diputación de Guipúzcoa y la Alcaldía de Durango. Núñez Feijóo llamó a Ortuzar el martes pasado y recibió un buen tortazo del que ahora se alardea en público. Como lo recibió antes Rajoy durante la moción de censura. Este era el MacGuffin de la plurinacionalidad: aprobar como Partido Unificado un impuesto a los ricos en España, meterlo en el Concierto ¡con el apoyo del PP! y que luego no se aplique en Euskadi porque es otro hito en la lucha contra los privilegios de Madrid. No hay duda de que se recoge lo que se siembra.