Las recriminaciones que le soltó en persona la ex presidenta de Madrid, la indiferencia de Isabel Díaz Ayuso y la frialdad en el resto de los barones mermaron su fortaleza
NotMid 27/06/2023
ESPAÑA
En el edificio de la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, sede el pasado viernes de la toma de posesión oficial de Isabel Díaz Ayuso como presidenta absoluta de la Comunidad de Madrid, María Guardiola pasó por su particular vía crucis político y terminar así su particular semana horribilis. Ésta había empezado el lunes por la mañana, a las 10.00 h. en punto, en El Parador de Mérida con la segunda y última reunión con Vox, de apenas 50 minutos, donde no había llegado a ningún tipo de acuerdo para formalizar el gobierno autonómico.
El martes, a la misma hora, dejó escapar la presidencia de la Asamblea de Extremadura y la mayoría de la Mesa de la Cámara, regalándosela al PSOE y resucitando a su contrincante en las urnas, Guillermo Fernández Vara, pero sobre todo había volado todos los puentes de un posible acuerdo posterior, que podía estar vivo aun perdiendo ese órgano de control tan importante para la legislatura, con su rueda de prensa incendiaria contra con el partido con el que debía obligatoriamente pactar para llegar a ser la primera mujer presidenta de Extremadura.
Durante los dos siguientes días se dedica en exclusiva a atender a la pléyade de medios de comunicación, sobre todo televisivos que la requieren. También tiene tiempo para una intensa actividad en redes sociales, contestando a periodistas, aclarando titulares… Y hasta recibió alguna llamada de apoyo, las menos, de un barón regional del PP muy importante, que la anima y la refuerza.
Aún estaba con mucho brío y convencida de que había hecho lo mejor, aunque la situación se tornaba ya complicada, sobre todo en Génova, que empezaba a detectar que su sobreexposición ponía el foco mediático exclusivamente en los problemas que estaba teniendo el PP con los pactos el pacto de sus barones con Vox mientras la gestión de Pedro Sánchez (y sus pactos e incumplimientos) durante la legislatura desaparecen del relato.
Ya llegaban entonces a Génova algunos sondeos con una ligera bajada en la tendencia de voto, pero sobre todo lo esencial es que estaban perdiendo la iniciativa y se empieza a jugar en la precampaña con las reglas del PSOE. Los teléfonos en la sede central del PP no paran de recibir llamadas de afiliados y simpatizantes exigiendo explicaciones del caso extremeño, inexplicable para ellos. Las telefonistas de Génova no saben qué responder…
Y el viernes llega el Día D. Guardiola decide, como el resto de barones, acudir a la toma de posesión de Ayuso, ya investida con mayoría absoluta. El acceso a la sede del acto ya se torna complicado porque es recibida por una nube de micrófonos, tantos o más que los que buscan a la presidenta madrileña. La que era una jornada de éxito para celebrar los grandes resultados, con el estrellato de Ayuso, se torna para el PP en un ambiente amargo con el lío de Extremadura. María Guardiola esta vez no hace declaraciones y accede al edificio a toda prisa, evitando a la prensa, cumpliendo así las primeras órdenes que recibe de la dirección de su partido: menos foco mediático y rebajar la tensión con Vox.
La presión contra ella es tremenda. Se palpa en el ambiente. Y ya en el acto no hay mejores noticias. Primero, en la colocación por el protocolo: la sitúan, entre el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Monzón, y el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, precisamente dos barones que han pactado con Vox. La tensión se palpa y, en general, con alguna excepción, la actitud es cuanto menos fría contra ella. Los saludos son muy gélidos. Sin apenas conversación. Ella lo palpa desde el primer momento, pero lo confirma con el rapapolvo, según cuentan fuentes del PP a EL MUNDO, que le echa Esperanza Aguirre, la ex presidenta madrileña, también presente en el acto.
“BRONCA EN TODA REGLA”
“Fue una bronca en toda regla”, explican. Con evidente gestualidad, según cuentan testigos a este diario, le espeta: “No sólo lo estás haciendo mal en Extremadura, es que además estás perjudicando a Feijóo”. Y un segundo rapapolvo a continuación: “Y no olvides que la mayoría de los votantes de Vox vienen de nosotros”.
Luego, tras acabar el evento, es la hora de las fotos y Ayuso accede a posar con ella pero su lenguaje corporal es frío con ella. Preguntada específicamente en entrevista el domingo, Ayuso lo dice todo sin decir: Pregunta: ¿Ha hablado con María Guardiola? Respuesta: No, ha venido a mi toma de posesión, pero no hemos profundizado. La conversación duro poco, demasiado poco.
Guardiola se dio cuenta en Madrid de que el descontento en su propio partido contra ella es generalizado. A la salida del acto, el último jarro de agua fría. A su paso, mientras anda a toda velocidad para marcharse de la Casa de Correos, una mujer mayor, simpatizante del PP, la insulta gravemente. Es la gota que colma el vaso. Su moral, por primera vez en toda esta aventura, se tambalea, sufre y le merma en una dosis muy importante la gran fortaleza mostrada hasta estos instantes.
El viaje en coche de vuelta a Cáceres desde Madrid es un calvario, hasta el punto de que Guardiola planteó a Génova su renuncia, un movimiento que el partido descartó. Su último tuit es para felicitar a Isabel Díaz Ayuso. Desde el viernes ya no tiene actividad en su perfil. Ni siquiera para el tren que se quedó sin aire acondicionado el domingo, con más de 42 grados, en otro viaje indecente y tercermundista de los pasajeros extremeños que tomaron el billete del Alvia de Madrid a Badajoz. Nadie habla ya de ello. Sólo de Guardiola.
En su región, la casa del PP también tiene grietas. Muchos no entienden la “cerrazón” de su postura inflexible de no pactar con Vox (cinco alcaldes del PP en esta comunidad sí lo han hecho para gobernar en sus ayuntamientos) y la moral de la tropa está bajo mínimos al ver cómo se deja escapar una oportunidad que puede no se repita en décadas, tal y como es sociológicamente esta región. Por eso, monta de forma express un cónclave abierto el martes a las 19.30 en Mérida, (había previsto otro anterior la semana pasada con la presencia de Borja Sémper, pero se suspendió también a última hora tras perder la Asamblea) para dar explicaciones e intentar buscar el auxilio de su partido. Génova la empuja durante el fin de semana a suspenderlo para evitar el circo mediático. Lo justifica lanzando una carta casi en la madrugada del domingo, de donde desaparece cualquier referencia negativa contra Vox.
Horas antes, en pleno juego sucio, y con las balas silbando de una esquina a otra del tablero, se filtra un audio de su ya ex gurú mediático contra Santiago Abascal. Ni el domingo puede descansar.
Este lunes empezó otra partida de incierto final, pero con una baraja diferente. Lo único positivo es que al menos los puentes con Vox se están intentando reconducir. Aunque todavía hay muchas heridas por coser y curar antes de un posible acuerdo.
Agencias