El cambio en la política monetaria ha sorprendido a muchas compañías aún ‘tocadas’ por el impacto de la pandemia, lo que complica el acceso a la financiación y la creación de puestos de trabajo
NotMid 04/02/2023
EUROPA
La espiral inflacionista y el giro en la política monetaria mundial han sorprendido a muchas compañías cuando todavía no habían retomado el vuelo tras el parón económico de la pandemia. La subida de tipos de interés conlleva, directamente, un aumento exponencial del coste de la deuda, un obstáculo que llevará a muchas empresas a situaciones de estrés financiero, lo que hace prever un frenazo de la inversión empresarial y de la creación de empleo.
¿HACIA DÓNDE SE ESTÁ DESVIANDO LA INVERSIÓN?
Las dudas sobre una recesión severa están desviando el flujo inversor desde las empresas hacia la deuda soberana, cuya rentabilidad ha crecido a niveles de hace una década, ofreciendo hasta el 3% a doce meses. El furor por las letras del Tesoro ha alcanzado a los inversores minoristas, pero también a los institucionales, lo que ha dejado una imagen histórica de colas de ahorradores en la sede del Banco de España, que se han lanzado a la caza de los títulos soberanos, una opción sin riesgo en un momento de gran incertidumbre ante el ajuste monetario de los bancos centrales.
¿QUÉ PASARÁ CON LAS EMPRESAS QUE TENGAN QUE REFINANCIAR SU DEUDA?
Grupos industriales, aerolíneas, hoteleras, aeropuertos… muchas compañías arrastran todavía el golpe del coronavirus. Son empresas que se refinanciaron en 2019, 2020 o a principios de 2021, por lo que se volverán a sentar a negociar con sus acreedores en 2024 o 2025. La perspectiva inicial era que, después de la pandemia, se iba a volver al escenario económico de 2019, pero no ha sido así. La inflación y los tipos de interés han aumentado significativamente, lo que ha encarecido los costes de financiación. Además, la confianza del consumidor se ha debilitado y la actividad en muchos sectores sigue por debajo de los niveles prepandemia. Esto ha dado lugar a una tormenta perfecta que obligará a las empresas a abordar las nuevas refinanciaciones con el viento en contra, en un momento en el que el Banco Central Europeo ha puesto fin a una etapa de liquidez sin límites. La previsión es que se produzca una selección natural, donde sólo aquellas compañías más fuertes y más saneadas, tendrán un acceso a la deuda en condiciones más ventajosas que el resto.
¿IMPACTARÁ EN LAS CUENTAS?
El aumento de los tipos de interés tendrá un efecto directo en las cuentas de aquellas empresas que hayan mantenido una fuerte política de compras de activos o de otras compañías hasta la fecha. Éstas se verán obligadas a revisar a la baja el valor de estas adquisiciones en sus balances, dado que éste debe actualizarse anualmente descontando la tasa libre de riesgo (ligada a la evolución del bono español). Al aumentar el rendimiento de la deuda soberana, se esperan fuertes recortes de las valoraciones de las empresas adquiridas, lo que obligará a las compañías a incrementar las provisiones y, en los peores casos, a dar pérdidas de esos activos.
¿HASTA CUÁNDO PUEDE DURAR ESTA SITUACIÓN?
No hay una respuesta clara. Los bancos centrales han empezado a levantar el pie del acelerador, mientras monitorizan multitud de factores en busca de un equilibrio. La Fed, por ejemplo, ya ha echado el freno en las subidas. El objetivo es contener la inflación sin asfixiar demasiado la economía. Si la escalada inflacionista persiste, los tipos seguirán subiendo. Si el incremento de los precios se modera y la actividad se mantiene, los tipos podrían permanecer en los niveles actuales. Pero, si la inflación cae como consecuencia del ciclo de subidas, pero la actividad se resiente por encima de los niveles aceptables, las autoridades monetarias podrían inclinarse por dar un paso atrás y rebajar su agresividad. En cualquier caso, un escenario de tipos negativos como el previo a la crisis es improbable, ya que fue el resultado de una solución excepcional ante la profundidad de la crisis financiera.
¿AFECTARÁ AL EMPLEO?
En los equipos financieros de las empresas hay un consenso claro sobre el impacto negativo del alza de tipos en el empleo. Algunas compañías se verán obligadas a recortar plantilla ante la subida de costes de financiación. Otras, pospondrán sus inversiones, lo que impactará negativamente en sus perspectivas de contratación y, de forma indirecta, en las de sus proveedores.
A finales del año pasado, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya analizó los efectos del cambio en la política monetaria mundial en las tendencias de empleo. La subida de los tipos de interés, sumada al aumento de los costes energéticos y otros insumos, aboca a las compañías a un escenario de incertidumbre marcado por un incremento de la carga de la deuda, lo que a su vez provoca una disminución aún mayor de la demanda. Según la OIT, esto dificultará el desarrollo de nuevos negocios y contendrá el gasto empresarial, lo que alimenta unas perspectivas mundiales de los mercados de trabajo cada vez más adversas, tanto en términos de creación de empleo como de calidad de los puestos de trabajo.
Agencias