NotMid 21/01/2023
OPINIÓN
PABLO PARDO
La idea de la decadencia del dólar es recurrente, pero nunca se ha producido. Es cierto que Estados Unidos ha perdido peso económico debido al auge de las potencias emergentes, encabezadas por China (no, no lo ha perdido por Europa; de hecho el peso de Europa se ha achicado más que el de EEUU), pero eso no tiene por qué ser una señal de la caída del papel del dólar como moneda de reserva mundial.
La razón es que las monedas de reserva mundiales duran mucho más que las economías sobre las que se sustentan. La libra esterlina, por ejemplo, dejó de ser divisa de reserva mundial después de la Segunda Guerra Mundial, cuando hacía ya más de medio siglo que había dejado de ser la economía industrializada más grande del mundo por GDP. La inercia, a menudo, cuenta mucho en finanzas. Y, también, la política.
El papel del dólar como moneda de reserva no parece haber disminuido. Pero su centralidad en los intercambios comerciales sí podría estar empezando a caer. Si ése fuera el caso, sería una de las consecuencias inesperadas — y, por ahora, ignoradas — de la invasión de Ucrania y, también, de la ‘sanción manía’, que es la enfermedad mental que padece el cuerpo político de Washington, consistente en sancionar a todos los países que percibe como enemigos prohibiéndoles el uso de su sistema financiero, lo que al final significa obligarles a no comerciar en dólares.
Esta semana, el ministro de Finanzas de Arabia Saudí, Mohamed Al-Jadaan, ha dado la campanada al anunciar en Davos que su país está abierto a la posibilidad de vender petróleo a cambio de otras monedas que no sean el dólar. En principio, es una declaración política, sin consecuencias prácticas. Pero en la práctica es parte de lo que parece una tendencia de la fragmentación del comercio mundial que se está produciendo, y que gira sobre todo en torno a China y a los países de Oriente Medio. Acaso algún día en el futuro estas decisiones sean consideradas como el primer paso en la erosión del poder del dólar.
En algunas ocasiones, la idea de no pagar en dólares es más fruto de la desesperación que del intento de descabalgar a la divisa estadounidense. China e India compran petróleo a Rusia en yuanes y rublos, respectivamente. Pero eso se debe a que Rusia tiene prácticamente cerrado el acceso a los mercados de divisas y, en general, a gran parte de la economía mundial. Los dólares no son de gran utilidad a Moscú, al contrario que otras divisas con las que sí puede hacer transacciones con países con los que todavía comercia. Entretanto, está vendiendo su petróleo a Pekín y Delhi con un descuento de más del 40%, así que el negocio para Putin es bastante magro.
Pero la declaración de Al-Jadaan es distinta, porque Arabia Saudí no está en una situación económica desesperada, como Rusia. Y, además, su mensaje tiene un destinatario claro: China. Pekín nunca ha disimulado su intención de reducir el papel del dólar, entre otras cosas porque, si algún día va a la guerra por Taiwán, no quiere tener los mismos problemas que ha tenido Moscú con las sanciones por la invasión de Ucrania. Eludir el dólar se está convirtiendo en una naciente tendencia en Oriente Medio y Asia.