Pudong, el motor tecnológico chino, se paraliza por los cambios en la política de contención del Covid y la guerra abierta con EEUU por el dominio global de la industria de los semiconductores
NotMid 27/12/2022
Ciencia y Tecnología
La vida está mucho más apagada de lo habitual en Pudong, el centro financiero de Shanghai, posado en la orilla oeste del río Huangpu, que parte en dos a la capital económica de China. Ha desaparecido el ajetreo de primera hora de la mañana. Por las calles que rodean a los rascacielos se ha desinflado el habitual desfile de ejecutivos trajeados. Hay menos tráfico en las intersecciones concurridas. Algunas pequeñas tiendas están cerradas por falta de personal. Hay oficinas operando a medio gas porque la mayoría de los empleados están enfermos en casa.
Por primera vez, el virus circula sin control en China. Desde que el Gobierno decidió romper a principios de diciembre con el yugo de los confinamientos masivos bajo la eterna política de Covid cero, en grandes ciudades como Shanghai, hogar de 26 millones de personas, hay tantos contagios que las autoridades han dejado de intentar contarlos todos porque han visto que es tarea imposible.
El distrito de Pudong, además de acoger grandes bancos, firmas de inversión de todo el mundo y muchos consulados, es una de las cunas de la industria de alta tecnología de China. En un área gigante que cubre la superficie de 800 campos de fútbol, se encuentra el parque tecnológico de Zhangjiang, hogar de más de 3.500 empresas, 100.000 trabajadores y un centenar de instituciones de investigación y desarrollo.
El parque se levantó a principios de la década de 1990, con las empresas estatales apostando fuerte sobre todo por la industria biomédica. Pero fue hace apenas seis años cuando las autoridades municipales decidieron darle un lavado de cara en todos los sentidos. Las largas avenidas inhóspitas rodeadas de bloques de edificios grises, sin ninguna personalidad, se llenaron de árboles y rincones con pequeños lagos artificiales. Se abrieron restaurantes variados, bares y hoteles para darle más vida nocturna a la zona. Y en los negocios se miró hacia una industria que se necesitaba potenciar: los semiconductores, de los que China controla solo 10% del mercado, pero que en cambio representa el 60% de su demanda mundial.
Shanghai abraza ahora una cuarta parte de la producción nacional de chips y participa en toda la cadena de diseño, fabricación y ATP (ensamblaje, prueba y empaque). En el parque de Zhangjiang, una versión china de Silicon Valley -con permiso de la capital tecnológica de Shenzhen, están los jugadores nacionales más competitivos de la industria, como Semiconductor Manufacturing International Corp (SMIC) , el mayor operador de fundición o Shanghai Microelectronics ( SMEE) , el fabricante de equipos de chips más avanzados.
Al igual que en el resto de la ciudad, la actividad en Zhangjiang ha caído estos días por el contagio masivo que están experimentando por primera vez muchos trabajadores, que ahora pueden pasar la cuarentena en casa hasta que den negativo en las pruebas, y no en hoteles o mega complejos de aislamientos centralizados, como marcaba hace apenas unas semanas la estrategia del Covid cero.
Algunas empresas temen que, al igual que ocurrió la pasada primavera durante el largo confinamiento de más de dos meses que sacudió Shanghai, los equipos de semiconductores sufran retrasos logísticos que paralicen los planes de expansión en medio de la cruzada de restricciones y sanciones que Estados Unidos está lanzando para dificultar que China compre o desarrolle chips avanzados que pueda usar para mejorar su industria militar.
Este paseo por uno de los epicentros del gigante asiático de los demandados semiconductores tiene lugar en medio de la bautizada por los medios como “guerra de los chips” entre Washington y Pekín. “Estados Unidos tiene la intención de golpear a las empresas chinas, pero va a terminar arrastrando a toda la industria, incluidos sus propios fabricantes de chips”, comenta un trabajador de la empresa de semiconductores Unisoc , que produce chips para teléfonos móviles, y que tiene su sede en el parque de Shanghai.
El hombre facilita el contacto de una persona del departamento de comunicación de su empresa para solicitar una entrevista sobre qué restricciones pueden afectar a la compañía, que proveen procesadores para multinacionales internacionales como la surcoreana Samsung . Pero la respuesta tajante desde Unisoc es que no ven ningún interés mediático que justifique que accedan a hacer comentarios al respecto. Entre las restricciones y controles de exportación desde impuestos Washington para evitar que las empresas chinas cierren la gran brecha tecnológica con sus rivales, está el limitar los envíos de productos fabricados con software a China por parte de empresas punteras en el sector, como las surcoreanas o taiwanesas.
El último movimiento de la administración Biden fue colocar la semana pasada a 36 empresas chinas en una lista negra comercial, entre las que se encontraron Yangtze Memory Technologies (YMTC) , el mayor productor de chips de memoria del país asiático. Otros objetivos de la lista fueron empresas que están en el parque de Zhangjiang, como el fabricante chino de herramientas de chips Shanghai Micro Electronics Equipment y el Centro de Investigación y Desarrollo de Circuitos Integrados , un grupo respaldado por el gobierno de Shanghai que investiga cómo dar el impulso que necesitan las compañías chinas para fabricar chips sin usar tecnología estadounidense.
“El tamaño del mercado de la industria de semiconductores de Shanghai alcanzó los 250.000 millones de yuanes (alrededor de 34.000 millones de euros) en 2021, lo que supone una cuarta parte del valor de la producción en China”, explica Wu Jingcheng, director de la Comisión Municipal de Economía e Informatización de Shanghai. “Las empresas de la ciudad están liderando los avances tecnológicos en la cadena de valor y, ante las incertidumbres internacionales con las sanciones, se va a apostar por la fabricación de semiconductores de alta gama”, continúa.
Wu cita a otros importantes actores en la industria nacional como HiSilicon, Nvidia y NXP, que también tienen operaciones en el parque de Zhangjiang. “Para atraer empresas de semiconductores, talento e inversores a la ciudad, se ha implementado una serie de medidas preferenciales, desde subsidios gubernamentales hasta exenciones fiscales”, subraya el funcionario.
Después de que el Congreso estadounidense aprobara en verano la Ley de Ciencia y Chips –añadía 52.000 millones de dólares en subsidios para apoyar la fabricación de semiconductores en EEUU, con la única condición de que las compañías no podrían fabricar chips avanzados para empresas chinas- , en Zhangjiang se inauguraron dos campus para entrenar a nuevos talentos para la industria nacional de chips. “Después de las últimas restricciones de alta tecnología, China está ampliando una red de personal calificado”, rezaba un comunicado de los medios locales. El funcionario Wu explica que un tercer campus, dirigido desde la Universidad de Shanghái y la Asociación de la Industria de Circuitos Integrados, se abre pronto en la ciudad para capacitar a nuevos trabajadores para el sector.
China trata de salir de la sacudida de su mayor rival buscando una autosuficiencia en la industria que ahora no tiene. Además de formar un personal calificado, Reuters contó que el Gobierno está preparando más de 1 billón de yuanes (alrededor de 134.000 millones de euros) en un paquete de apoyo asignado durante cinco años, principalmente como subsidios y créditos para impulsar la producción.
Agencias