NotMid 18/11/2022
OPINIÓN
RICARDO F COLMENERO
Si no me gustara el fútbol estaría encantado de boicotear este Mundial. De hecho no tengo dificultades en boicotear grandes premios de Fórmula 1, ya sean en Bahréin, Arabia Saudí o Montmeló. Tampoco unos Juegos de Invierno en China, o en Rusia; o un París-Dakar, o esos torneos de tenis fuera de la ATP anunciados en la cima de rascacielos plantados en medio de un desierto. Me da más problemas lo de quitarme de ver a equipos gobernados por jeques, o que anuncian en la camiseta compañías aéreas de Qatar o Emiratos Árabes. No me opondría, eso sí, a que se anularan todas las Supercopas de España ganadas por el Real Madrid en territorio saudí, porque al final alguien tiene que sacrificarse por los Derechos Humanos.
Hay momentos en los que dudo si estamos ante un Mundial de fútbol porque, según a quien escuches, pareces un seguidor de peleas a muerte de koalas. Dicen que el deporte sirve para blanquear a estos países que violan sistemáticamente los Derechos Humanos. Sport washing se llama. Aunque no se me ocurre peor idea que llenar el país de periodistas. Una cosa es blanquear y lo contrario ponerlos en el foco. De no ser por la celebración del Mundial muchos desconoceríamos la realidad que allí se vive, o nos daría igual. De hecho tras el Mundial nos seguirá dando igual, pero ya no podremos decir que no lo sabíamos.
Si existiera el VAR también en las reuniones de la FIFA, las comisiones ilegales impedirían celebrar este campeonato, con lo que a estas alturas, donde la mayoría no nos hemos llevado ni un euro, hay que reconocer al menos que lo menos rentable es no verlo.
Los países no se blanquean. Son las personas las que atentan contra las libertades y las que lo sufren. Como también son personas las que ponen aire el acondicionado en las calles a 18 grados. España es una de las primeras potencias mundiales en pedir al vecino que pasa calor que apague el aire acondicionado. Aspiramos, en cierto modo, a un mundo habitado por Neds Flanders. No sería la primera vez que se boicotea a un futbolista, y tenemos suerte de no tener que apoyar a Francia, probablemente el país con más implicados en presuntos delitos por puesto. Entiendo que es difícil tener una visión adecuada sobre la realidad y la justicia cuando tienes un salario de 10 millones de euros anuales, o duermes cada noche sobre reservas de gas licuado para 200 años.
Aun así nada nos impide seguir celebrando goles de evasores de impuestos, que es algo que nos blanquea como espectadores, que de lo único de lo que de verdad nos sentimos culpables es de no tener tanto dinero para evadir como él. Y ya no digamos para poner el aire acondicionado.