Si quisiera ser inteligente, creíble y eficaz, es esto lo que debería haber dicho: «Compatriotas, gobernaré para los otros»
NotMid 02/11/2022
OPINIÓN
ÁRCADI ESPADA
La tecnología ha resuelto la principal incertidumbre de los árbitros de fútbol, que es cuándo señalar fuera de juego. El llamado VAR tira líneas inapelables y determina la posición exacta de los futbolistas implicados. Hasta ahora, que yo sepa, todas las situaciones se han resuelto a simple ojo electrónico y no se ha tenido que recurrir a soluciones extremas como descomponer la imagen hasta enseñar el píxel. Las decisiones que toma la máquina se discuten, a veces. No su objetividad, que existe, para pasmo de pasmados, sino por la conveniencia de aplicarla. Se dice que si el fútbol lo juegan hombres, que actúan a simple vista, las decisiones claves no pueden tomarlas ojos electrónicos. Y que algo de injusticia sirve mejor a la honradez, la calidad y belleza del juego, opinión con la que estoy siempre de acuerdo si es Benzema el implicado.
En Brasil, país del fútbol socrático, el VAR ha elegido a Lula de presidente. Aunque aún no se conocen los resultados definitivos, el margen de la victoria es similar al que obtuvo George Bush sobre Al Gore en los colegios electorales, aunque aún quedará un cabello por encima de la victoria que Gore obtuvo en voto popular. La estrechez del margen la agrava el tipo de bipartidismo brasileño: los resultados dan un país partido, pero de extremo a extremo, como si en España el Gobierno se lo jugaran Podemos y Vox. Es probable que estos resultados sean uno de los dramas principales del populismo: activa enemigos fuertemente movilizados al otro lado y disuelve la bendita modorra democrática del centrismo.
Cuando el VAR interviene deja de haber política, como otros dicen que deja de haber fútbol. En Perú, los últimos resultados electorales aún fueron más inverosímilmente estrechos que los brasileños. El píxel dio la victoria a Pedro Castillo sobre Keiko Fujimori (50,1%/49,8%). Pero el país está sumido en el desgobierno del empate. No hay demasiado misterio sobre una de las principales razones de la crisis de la democracia, que es la reducción de los terrenos compartidos, sea institucional o civilmente. Tampoco hay duda de que la falsificación y la mentira, es decir, los principales métodos del populismo, sirven perfectamente a los propósitos divisivos. La verdad puede dividir, pero operando con ella siempre es más fácil que el divisor tenga la entidad del terraplanista.
El virtual presidente Lula ha pronunciado ya la esperada y tópica frase sobre la política que piensa emprender, asegurando que gobernará para todos. Pura vacuidad. Si quisiera ser inteligente, creíble y eficaz es esto lo que debería haber dicho: «Compatriotas, gobernaré para los otros»