Es vital que la automoción recobre toda su relevancia y lo haga acompañado de una legislación clara y realista, que omita ocurrencias y propósitos utópicos
NotMid 01/09/2022
EDITORIAL
El sector del automóvil es una de las principales industrias que conforman el tejido productivo español. El compromiso de nuestro periódico con la industria automovilística es firme. Por eso ha concedido a Wayne Griffiths, el CEO de Seat y Cupra, el premio Protagonista del Motor de este año. El ejecutivo británico, que integra también el consejo de administración de Volkswagen Group Distribución -responsable en nuestro país de comercializar marcas como Audi, Skoda y Volkswagen-, recogerá el galardón el próximo 21 de septiembre y se unirá así a una larga saga de ilustres premiados que ratifican la importancia de una industria capital para la economía española.
Sin embargo, las secuelas de la pandemia y los retos del futuro siguen amenazando a un sector que no atraviesa por su mejor momento: su facturación representó en 2021 el 7,7% del PIB, tres décimas menos que en 2020. Además, el vuelco hacia un modelo eléctrico, junto al impacto de la escasez energética que trae causa de la guerra -con la respectiva falta de suministro global de microchips-, ha mermado las posibilidades de esta industria: la automoción ya no es el primer sector en inversión sino el cuarto. Por no hablar de la confusión regulatoria que introdujo nada más llegar al cargo la ministra Teresa Ribera, que se permitió avanzar el fin de la venta de vehículos de combustión en España para 2035, obviando que nuestro país es productor estratégico de automóviles con motor diésel.
Todos estos factores contribuyen a generar incertidumbre en torno al sector que tradicionalmente ha constituido uno de los músculos más robustos de nuestro tejido industrial, hasta el punto de situarse en una posición de referencia entre los mayores fabricantes del mundo. En este sentido, es obligado señalar el reto de futuro que comporta la necesaria -paulatina debiera ser también- transformación hacia nuevos modelos de negocio verde que se basan en la electromovilidad y en la transición energética. De hecho, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima del Gobierno prevé que haya cinco millones de vehículos eléctricos en 2030, un 15% del parque móvil nacional.
Es vital que la automoción recobre toda su relevancia y lo haga acompañado de una legislación clara y realista, que omita ocurrencias y propósitos utópicos. Los trabajadores y los compradores necesitan seguridad, y eso pasa por el fortalecimiento de un sector clave para nuestra productividad.