NotMid 23/08/2022
OPINIÓN
BENJAMÍN PRADO
Lo hermoso no es más que el principio de lo terrible, decía en 1923 el poeta Rainer Maria Rilke, y para darle la razón —un siglo más tarde— salen ahora a la superficie del Danubio, a causa de la sequía, varios barcos hundidos en la Segunda Guerra Mundial. La imagen tiene su belleza y su drama, pero sobre todo es la demostración de lo mucho que se parecen ayer y hoy, en el mal sentido de la expresión: miras hacia Ucrania en 2022 y ves lo mismo, ríos de sangre, ejércitos, destrucción, máquinas hechas para matar… ¿Es que no aprendemos nada o es que lo olvidamos todo? ¿O es que los “señores de la guerra”, como los llama Bob Dylan en una de sus canciones, son los mismos con otros nombres? Los intereses, sin duda, no han cambiado.
El mundo naufraga igual que esas naves, y lo hace de norte a sur y de este a oeste, las bombas explotan en Kiev pero los cañones asoman también en Pekín, y en un abrir y cerrar de ojos se ha empezado a hablar de un conflicto nuclear, de misiles que volarían de Moscú a Nueva York o Londres… La ciencia-ficción se ha convertido en la realidad. No tenemos remedio, nos preocupa quedarnos sin hielo para las bebidas en lugar de preocuparnos que se deshielen los polos. Vamos a buscar agua a la Luna y a Marte mientras seguimos envenenando los ríos de la Tierra. Podríamos contaminar mucho menos, apostar por energías limpias en vez de meterles palos en las aspas a los molinos de los parques eólicos. Sin dejar de maltratar el planeta, agujerear la capa de ozono y llenar el cielo de humo tóxico, inventamos desaladoras, que crean nuevas catástrofes en el ecosistema marino, o hay quienes proponen una versión moderna de la danza de la lluvia que consiste en bombardear las nubes. Parece mentira, pero es la pura verdad.
El neoliberalismo, que está detrás de la gestión política, dado que la financia o se la compra, según se mire, no es, en el fondo, más que un decorado, promociona una realidad de cartón-piedra y vende espejismos, que es algo que sólo te pueden comprar quienes ya están en un desierto. ¿Imaginan quiénes los han llevado allí con cantos de sirena y rebajas de enero en los billetes hacia Eldorado? Pero tras el brillo de las monedas, que suenan en los bolsillos de los soldados porque toda invasión es un intento de conquista y apropiación de alguna materia prima, es decir, como en la Edad Media, no hay más que desigualdad y oligarquías que se hacen con lo de todos mediante esa estratagema que han bautizado con el nombre en clave de “privatización”. Van a por todo, desde los servicios funerarios a la red de distribución de agua, de las empresas de limpieza o recogida de basuras hasta, por supuesto, la educación o la sanidad, en las que no ven alumnos o pacientes, sino sólo clientes.
El neoliberalismo, que está detrás de la gestión política, dado que la financia o se la compra, según se mire, no es, en el fondo, más que un decorado
El nuevo paso adelante en ese camino lo vuelve a dar el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, que va a pagar algo más de tres millones y medio de euros a una empresa privada para que “apoye a la Administración” en las tareas de vigilancia del funcionamiento de los hospitales que levantó su mentora Esperanza Aguirre. Los afortunados supervisarán el procedimiento de facturación y realizarán la liquidación anual de la actividad de los centros. ¿Alguien piensa que no habrá ahí un gran negocio y que las personas que tengan que irse a tratar de alguna dolencia no van a tener que pagarlo, de una u otra manera? Un dato a tener en cuenta es que la firma que se ha llevado este gato al agua está, que se sepa, especializada en servicios de consultoría vinculados al sector de la construcción. Cuánto se parecen unas cosas a otras, ¿verdad? Y ya sabemos lo que sigue a una burbuja: una explosión. Si miras bien se les ve el plumero, pero hay quienes tienen la costumbre de seguir esas plumas de colores, tal vez porque crean que son las del ave del paraíso. Un paso más, y abajo les esperará el infierno.
Menos mal que en mitad de tantos sobresaltos y preocupaciones, siempre nos quedará esa sesión de cine de barrio con traje en la que se convierte con cada aparición pública el nuevo jefe del Partido Popular, que esta vez ha querido afearle al presidente del Gobierno el uso del avión Falcon para ir de Lanzarote a Tenerife, y le dice que debería ir “en el jet foil“, que es una embarcación de traslado entre islas de Canarias… ¡que no existe desde julio de 2005, hace ya diecisiete años!. Viva el humor.