NotMid 15/08/2022
EDITORIAL
La irrupción de la que se dio en llamar nueva política acabó con el bipartidismo imperfecto que había caracterizado nuestro sistema parlamentario durante décadas. Y trajo consigo una crítica demoledora a las dos formaciones mayoritarias, PSOE y PP -y a otras como CiU o Izquierda Unida-, por su enorme dependencia de las entidades bancarias con las que contraían deudas a todas luces inasumibles. Caló entre la ciudadanía que resultaba una seria anomalía democrática tanto la elevada cuantía en la que se endeudaban, como también la facilidad con la que podían renegociar lo que debían e incluso dejar de pagarlo, algo bastante frecuente en la etapa de las cajas de ahorro. Era especialmente escandaloso porque sus consejos de administración se hallaban copados por los propios partidos.
Pues bien, cabe felicitarse de que se trate de prácticas del pasado y de que los dos partidos sistémicos de nuestro país hayan asumido en los últimos años un código de buenas prácticas que les ha llevado a una gran reducción de su deuda. Así, como hoy publicamos, aunque en la actualidad PSOE y PP todavía deben a los bancos más de 38 millones de euros entre los dos -prácticamente la mitad cada partido-, han realizado un importante esfuerzo para sanear las cuentas desde el año 2014 cuando ambas formaciones sumaban una deuda con las entidades financieras de más de 92 millones de euros.
Cabe destacar que no estamos ante quitas y condonaciones de los bancos. Algo incomprensible para el grueso de los ciudadanos que hasta la década pasada fue muy común. Las normas relativas a la financiación de partidos hasta el 2012 permitían, de hecho, las condonaciones de deuda, aunque se obligaba a informar de las mismas al Tribunal de Cuentas y al Banco de España, cosa que se incumplía de forma muy reiterada.
Lo que ha sucedido desde 2014 tiene que ver, por un lado, con el fin de los llamados créditos políticos por parte de muchos de los principales bancos, en una nueva política financiera mucho más rigurosa en plena reconfiguración del mapa bancario en el que nos encontramos desde la anterior crisis económica. Pero también hay una nueva cultura de la gestión de los recursos en las cúpulas de los partidos, a la que han llegado, qué duda cabe, empujados tras tantos escándalos de corrupción.