Es del todo incongruente que mientras Rusia despedaza el futuro de millones de personas con la injustificable invasión del territorio ucraniano sus nacionales puedan seguir haciendo turismo por Europa
NotMid 11/08/2022
OPINIÓN
Es del todo incongruente que mientras Rusia despedaza el futuro de millones de personas causando una crisis de alcance global con la injustificable invasión del territorio ucraniano, sus nacionales puedan seguir haciendo turismo por Europa y usando el Viejo Continente como trampolín desde el que viajar por placer o negocios a otros puntos del planeta a los que tienen prohibido el acceso y que ya han clausurado sus enlaces directos con Moscú. No extraña, pues, la petición del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenski, urgiendo a Occidente a dar un paso al frente y no expedir nuevas visas de entrada a ciudadanos rusos, sumando así un nuevo capítulo a las sanciones con las que la comunidad internacional busca estrangular la economía rusa y aislar a Vladimir Putin en su deriva expansionista. En palabras del líder ucraniano «las sanciones más importantes son cerrar las fronteras, porque los rusos le están quitando su propia tierra a otras personas».
Poner de acuerdo a los Veintisiete para implementar esta medida de indudable repercusión económica no va a resultar sencillo, como tampoco lo ha sido activar algunas de las rupturas con Rusia para aquellos países que mantenían relaciones comerciales privilegiadas con Moscú. Recuérdese el caso de los recelos alemanes a una drástica reducción de la compra de gas, dada su alta dependencia del mismo. En el caso de bloquear el turismo ruso se prevé que el impacto en las economías europeas sea igualmente alto, pues se trata de visitantes que destacan por su alto poder adquisitivo y el elevado volumen de gasto que les acompaña allí donde recalan.
Actualmente, Finlandia, Letonia y Estonia ya no emiten visados de entrada en el territorio Schengen, y Bulgaria dejó de hacerlo tras un desencuentro diplomático con Moscú. Sin embargo, los ciudadanos rusos con visados Schengen emitidos en otros países de la Unión Europea pueden atravesar los Estados bálticos y desplazarse libremente por el resto del territorio de los 26 países acogidos al acuerdo durante un máximo de 90 días.
Riga y Helsinki propondrán el cierre de fronteras para los ciudadanos rusos al Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, previsto para el 31 de agosto, en un primer paso orientado a su consideración final en la cumbre de líderes europeos de octubre. La insospechada duración del conflicto armado y su repercusión en las economías nacionales sugieren una negociación no exenta de dificultades. Pero Occidente tiene la obligación de seguir ejerciendo de unidad estratégica en defensa de la democracia ante el avance de los regímenes iliberales y totalitarios -que es lo que realmente se dirime en esta guerra-. Europa ya ha comprobado con esta dolorosa experiencia que no es posible la paz sin pagar un precio y que hoy es Ucrania, pero que mañana puede ser cualquier país sobre el que Putin dirija su punto de mira. Ante la matanza desencadenada por el dictador ruso resulta icónica la reflexión del primer ministro estonio: «Visitar Europa es un privilegio, no un derecho humano».