Carrizosa, Zafra, ‘Felisuco’, Bauzá, Arriaga, el alcalde de Badajoz y el secretario de Organización expresaron su disconformidad con los planes de la dirección
NotMid 28/06/2022
ESPAÑA
Fue «un día duro», en palabras de Inés Arrimadas, en el que salvó su cabeza. Varios de sus compañeros van más allá y coinciden en que fue la reunión más complicada de su presidencia al frente de Ciudadanos. Por primera vez hubo un buen número de dirigentes de su Comité Ejecutivo que la criticaron abiertamente. Unos por no dimitir tras el fracaso electoral del 19-J y otros, porque pusieron pegas a su estrategia de aquí al ciclo electoral de 2023. Al final, la líder de la formación paró la revuelta interna al mantener a Begoña Villacís a su lado.
Esa fue la clave. La vicealcaldesa de Madrid había sido la única dirigente del Comité Permanente o núcleo duro de Arrimadas que la pasada semana lanzó al aire la pregunta de si era conveniente una dimisión colectiva de la Ejecutiva ante el batacazo del 19-J. Además, en los últimos días había reclamado «una catarsis total» en el partido. Así que buena parte de los miembros de la cúpula naranja sabían que Arrimadas estaba sentenciada si Villacís se unía a los rebeldes que pedían la convocatoria de un congreso extraordinario.
Aquel movimiento de Villacís molestó a los más fieles a Arrimadas porque saben que la dirigente madrileña sería la más beneficiada por una dimisión en bloque de la Ejecutiva naranja, al ser el último cargo público relevante que le queda a Ciudadanos. Por ello, no dudaron de que la número dos en el Ayuntamiento de Madrid armaría una candidatura de fieles para intentar ocupar el trono de Arrimadas si este quedase vacante.
Pero Villacís nunca quiso destronar a Arrimadas con un golpe de mano y que la sucesora de Albert Rivera apareciese como la responsable del batacazo en Andalucía. De ahí que el domingo, un día antes de la decisiva reunión de la Ejecutiva, se avino a mantener una reunión con el equipo de la presidenta en la que conoció al detalle el plan que ha trazado la dirección para los próximos meses.
El pacto de Arrimadas y Villacís
Fruto de ello es que este lunes la sangre no llegó al río. La presidenta de Ciudadanos pactó con la coordinadora autonómica en la Comunidad de Madrid que pilote los trabajos de la refundación del partido al frente de un grupo de seis dirigentes poco conocidos. No aparecen en él los vicesecretarios generales –Edmundo Bal y Daniel Pérez– y de la Permanente solo ha entrado Guillermo Díaz como portavoz en esta especie de consejo asesor.
Una vez que Arrimadas explicó la creación de este nuevo equipo bajo la batuta de Villacís, varios miembros de la Ejecutiva nacional pidieron que se detallasen algunos puntos del plan. Básicamente, qué nombres se barajan para la formación o plataforma que suceda a Ciudadanos. También si habrá que cambiar el color naranja del logo y la cartelería, qué aspectos del ideario político se pretenden modificar y, sobre todo, si todos estos cambios que se quieren llevar a cabo en los próximos meses tendrán el respaldo de la militancia en una votación interna o en una asamblea extraordinaria.
Sin embargo, las preguntas se las llevó el viento. «Nos ha tomado el pelo por completo. Dicen que el plan es secreto, confidencial y que no lo pueden explicar ahora para no dar pistas a los otros partidos y jugar en el futuro con las sorpresas. La única que lo conoce es Begoña (Villacís). Si es un paripé, se va a dar cuenta pronto», se quejó un miembro del Comité Ejecutivo bajo condición de anonimato.
El líder de Ciudadanos en Cataluña, Carlos Carrizosa, mostró su enfado por el hecho de que el citado «solo gusta a Begoña». El canario Enrique Arraiga se preguntó cómo iban a poder explicar a la militancia los detalles del mismo si no lo conocen. Un diagnóstico en el que coincidieron el cántabro Félix Álvarez ‘Felisuco’ y el alcalde de Badajoz, Ignacio Gragera.
El eurodiputado José Ramón Bauzá insistió en la necesidad de que Ciudadanos haga «un verdadero diagnóstico» de las debacles electorales y lamentó que no se haya admitido que la moción de censura de Murcia fue un error del que han venido luego los bofetones en Madrid, Castilla y León y Andalucía.
Hasta el secretario de Organización, Borja González, siempre comedido y fiel a Arrimadas, expresó sus dudas ante la posible colisión de este grupo ex novo, que no está contemplado en los estatutos, con la labor del Comité Permanente o del Comité Ejecutivo. La propia presidenta le intentó tranquilizar en este sentido y Villacís pidió un voto de confianza con el plan que ahora se pone en marcha.
El más duro con la dirección fue el exsecretario de Organización madrileño, César Zafra. El que fuera mano derecha de Ignacio Aguado advirtió a Arrimadas de que este plan de refundación no sirve de nada si no se asumen las consecuencias de la debacle del 19-J y se da paso a un congreso extraordinario. Precisamente, la dimisión colectiva de la Ejecutiva fue exteriorizada por el exvicepresidente madrileño al día siguiente de los comicios con un mensaje en las redes que sorprendió negativamente al equipo de Arrimadas, al instarles a dar ese paso para evitar la «extinción» de Ciudadanos.
La presidenta de Cs se defendió este martes de los que le piden que se eche a un lado. «No escondemos la cabeza», advirtió en su intervención sin preguntas de la prensa y sin citar a nadie en concreto. Eso sí, admitió que la formación naranja encadena «noches electorales muy tristes desde hace mucho tiempo».
Sus más fieles constatan que los críticos «no tienen un plan alternativo» y que más allá de pedir dimisiones y abrir en canal al partido, nadie se postula para coger las riendas del mismo si Arrimadas diese un portazo. La presidenta dijo que había puesto su cargo a disposición de la Ejecutiva nacional este lunes y que entre esa opción y la de seguir adelante con el plan de refundación, «no ha habido dudas» sobre lo segundo.
Sin embargo, los críticos en el seno de la Ejecutiva niegan que se sometiese a votación o por asentimiento esa supuesta moción de confianza de Arrimadas. La presidenta de Ciudadanos simplemente verbalizó, como luego en su intervención pública, que no tenía inconveniente en apartarse, pero no dio pie a que los miembros de la Ejecutiva se mojasen sobre su continuidad.
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