Los nuevos agentes de Frontex ya no se seguirán formando en España, sino que lo harán en Portugal
NotMid 23/05/2022
EDITORIAL
El Gobierno acaba de recibir un duro varapalo en su política migratoria con la pérdida de la que hasta ahora era una de sus principales herramientas de influencia en Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas creada en 2004 para ayudar a los miembros de la UE a proteger las fronteras exteriores del club comunitario. Tal como adelanta hoy este periódico, la organización ha decidido que los nuevos agentes de esta Policía europea ya no se seguirán formando en España, sino que lo harán en Portugal. Es un cambio de sede en detrimento de la Escuela Nacional de Policía de Ávila, que es donde hasta ahora recibían la instrucción. Una pésima noticia para nuestro país que representa una gran pérdida de influencia en la agencia europea de nuestro Ministerio del Interior, con Marlaska al frente -quien no deja de sumar borrones en su cuestionada hoja de servicios-.
Estamos ante una clara pérdida de apoyo europeo a las políticas migratorias impulsadas desde Moncloa y al control de la frontera sur de Europa. Por peso demográfico y por las enormes diferencias en la gestión de los flujos migratorios que afrontan España y Portugal, mal se puede comprender esta decisión de Frontex en favor de nuestro país vecino, salvo que lo que se quiera enviar sea un tirón de orejas al Gobierno del PSOE y de Podemos. Y la merma de nuestra influencia en la agencia comunitaria es especialmente lacerante por cuanto lo que España viene reclamando en los últimos años, sin demasiado éxito, es que en Bruselas asuman con determinación que nuestras fronteras de Ceuta y Melilla son las fronteras sur de la Unión Europea. Debe haber mucho más apoyo, colaboración y medios para que podamos hacer frente a los flujos de inmigración irregular procedentes sobre todo del África Subsahariana, pero también de Oriente Próximo, dado que las guerras y el yihadismo han ido variando las rutas migratorias hasta convertir a nuestro país en uno de los principales focos de entrada.
No existen soluciones sencillas para un reto tan complejo. Pero lo peor es abordarlo desde el buenismo simplón y la demagogia, que a Sánchez se le volvió como un bumerán al poco tiempo de llegar al Gobierno. Con sus vaivenes, sus gestos propagandísticos y sus contradicciones en este delicado asunto ha confundido a todo el mundo y decepcionado a muchos de los suyos. Ahora debe explicar esta pérdida de confianza de Frontex.