La humillación, junto con el falseamiento de la historia, es la argamasa del nacionalismo
NotMid 22/05/2022
OPINIÓN
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA
Como era previsible, cuanto más se estanca la ofensiva rusa más altas empiezan a elevarse las voces que piden una salida digna para Putin. «No hay que humillarle», nos dicen. No dudo de que algunas de estas voces sean bienintencionadas (las otras, las del coro putiniano que ya teníamos antes de la guerra, no lo son en absoluto pues su objetivo es debilitar a la Unión Europea, a la Alianza Atlántica o, más generalmente, a las dos). Tampoco dudo de que haya quienes sinceramente crean que un Putin derrotado representaría un gran peligro. A estos les diría que el problema es que Putin (victorioso, estancado o derrotado) es esencialmente peligroso y que, por tanto, tenemos que tomar decisiones basadas en nuestros intereses y valores y adecuar nuestros medios (económicos y militares) a nuestros fines (restaurar un orden de seguridad en Europa en el que quepan los vecinos de una Rusia con pretensiones imperialistas), no en teorías sobre la humillación de individuos o colectivos construidas con finalidades muy claras.
Porque en España lo hemos vivido de primera mano, deberíamos saber que la humillación, junto con el falseamiento de la historia, es la argamasa del nacionalismo: con ellas, los líderes acaparan todo el poder y anulan a sus sociedades e instituciones. Así pues, si las humillaciones no construyen el nacionalismo sino que son los nacionalismos los que construyen las humillaciones, lo que debemos desmontar son los nacionalismos, no las pretendidas humillaciones.
Lo fascinante de la teoría de la humillación es que muestra la facilidad con la que muchos siguen dispuestos no solo a comprar los argumentos con los que Rusia ha justificado esta guerra, sino a seguir haciéndolo incluso después de haber visto lo que hemos visto (tampoco, por cierto, parece preocuparles la posibilidad de humillar a Ucrania). Con un buen ejército y una teoría de la humillación se pueden lograr grandes cosas. En todo conflicto, y este no es diferente, la claudicación mental es el riesgo más importante. Como Putin están comprobando en Ucrania, es muy difícil someter militarmente a quien primero no ha claudicado mentalmente (e, inversamente, como EEUU experimentó el año pasado en Afganistán, un ejército bien equipado que no sabe por qué combate puede ser fácilmente puesto en fuga por unos zarrapastrosos en sandalias). No seamos tan ingenuos. Rusia debe retirarse de los territorios invadidos después del 24 de febrero. La salida de Putin tiene que ser la salida de sus tropas.