El caso ruso demuestra que los embargos y bloqueos son difíciles de aplicar, costosos para quienes los imponen y no disuaden a una potencia económica de utilizar su capacidad militar para conseguir un objetivo
NotMid 05/05/2022
MUNDO
La principal lección de la invasión rusa a Ucrania es que las amenazas de sanciones económicas no disuadieron al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, de lanzar una invasión total. Esto puede ser una advertencia para Taiwán, Estados Unidos y sus aliados ante las amenazas de China, sostienen Phil Gramm y Roger Wicker en The Wall Street Journal.
La historia de las sanciones, embargos y bloqueos económicos sugiere claramente que son difíciles de aplicar y costosas para quienes las imponen. Los países que no las aplican obtienen beneficios, afirman los autores en el medio estadounidense.Al mismo tiempo, los problemas de aplicación aumentan considerablemente si la economía del país objetivo es grande, y a medida que aumenta el tamaño del país objetivo, el efecto disuasorio de la amenaza de sanciones pierde credibilidad, agregan.
Por eso, se concluye que aplicar sanciones efectivas contra China, que representa una sexta parte de la economía mundial y es diez veces mayor que la rusa, sería prácticamente imposible. Confiar en la amenaza de sanciones para disuadir un ataque de Beijing a Taiwán podría, por tanto, atraer una agresión que llevaría a Estados Unidos a una guerra con China.
Para los autores, existe una disuasión mucho más eficaz. La isla de Taiwán se ubica unos 160 kilómetros de la costa de China continental. A diferencia de Ucrania, no se puede concentrar un gran ejército terrestre a lo largo de su frontera. Pero como es una isla, los suministros tampoco pueden ser entregados a un vecino adyacente y conducidos clandestinamente a través de la frontera. Cualquier suministro que se entregue después de un ataque tendría que ser enviado por avión o por barco, poniendo al proveedor directamente en peligro. Suministrar a Taiwán a una escala similar a Ucrania durante un ataque chino sería una pesadilla logística, afirman Gramm y Wicker.
Los misiles tierra-aire Patriot de Estados Unidos (REUTERS/Fabrizio Bensch)
Teniendo en cuenta que China es una potencia económica y militar, la falta de preparación de Taiwán es muy peligrosa.
La economía taiwanesa es dos tercios mayor que la de Israel, pero el país gasta casi dos tercios menos de su producto interior bruto en defensa, según The Wall Street Journal.
Sin embargo, la tecnología moderna hace que sea más fácil para Taiwán permitirse armas que harían que el coste de la invasión superara cualquier beneficio razonable. La resistencia ucraniana ha demostrado cómo con entusiasmo, motivación y armas de alta tecnología se puede compensar la inferioridad militar. Un ejemplo son los dos misiles Neptune ucranianos que hundieron el Moskva, el buque insignia de la armada rusa en el Mar Negro. Así, con 400 misiles Harpoon estadounidenses, que sólo cuestan el 0,3% de su PIB, Taiwán podría poner contra las cuerdas a cualquier buque de guerra chino en el estrecho de Taiwán, dicen los autores. Es decir, 250 millones de dólares podrían ser suficientes para comprar 5.000 drones Switchblade, que podrían devastar lanchas de desembarco, vehículos blindados y pequeños buques de asalto.
El crucero de misiles guiados de la Armada rusa Moskva navega de regreso a un puerto después de rastrear buques de guerra de la OTAN en el Mar Negro, en el puerto de Sebastopol, Crimea, 16 de noviembre de 2021. REUTERS/Alexey Pavlishak
De acuerdo a The Wall Street Journal, Taiwán ya cuenta con dos batallones de misiles Patriot y por 3.000 millones de dólares podría duplicar su defensa aérea y antimisiles. Los misiles Stinger, utilizados en Ucrania, cuestan 400 millones de dólares para 1.000 misiles. Taiwán dispondrá de más de 200 aviones de combate F-16 en 2026, incluidos casi 70 de los nuevos aviones Block 70. Con los F-16 adicionales y otros aviones que se están retirando de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, más aviones podrían estar disponibles a su valor depreciado, informa el medio norteamericano.
Si Estados Unidos y sus aliados se disponen a acelerar la venta de estas y otras armas al precio de costo, Taiwán podría hacerse más fuerte militarmente con sólo aumentar su presupuesto de defensa del 2% al 3% del PIB. Así, el país podría financiar todas estas compras de armas en un período de cinco años. Mantener los gastos de defensa en el 3% del PIB permitiría modernizar sus defensas.
Con estas inversiones, Taiwán debería concentrarse en la formación de nuevos sistemas de armas. También considerar la posibilidad de transformar su ejército del actual sistema de reclutamiento en una fuerza voluntaria más pequeña que se adapte mejor a un sistema de defensa basado en el poder de la tecnología moderna.
El objetivo principal de Estados Unidos, sus aliados y Taiwán no es repeler un ataque chino, sino evitar que se produzca. La disuasión efectiva es la clave de la seguridad nacional, concluyen Gramm y Wicker.
Agencias