LaLiga 35 del Real Madrid llegó en abril, un mes antes de que acabe la temporada y con la mayor diferencia de puntos con el segundo en la historia del campeonato
NotMid 30/04/2022
DEPORTES
La Liga 35 no es un titulo cualquiera para el Real Madrid, un campeón voraz. Mientras se prepara ya para ampliar la colección a 36, disfruta de su torneo más redondo en los últimos años. El dominio del conjunto blanco ha sido apabullante, sin apenas oposición. Una superioridad de otro tiempo, inesperada en un año que se suponía de transición a la espera del fichaje más deseado. Sin Mbappé, se multiplicó Benzema. Y sin Zidane, se impuso la lógica de Ancelotti. El italiano ya es el único que presume de ser campeón de las cinco grandes Ligas europeas.
Acostumbrado a recomponerse y mantener la exigencia en lo más alto, el Real Madrid se asomó al curso 21-22 con incertidumbre y un precedente inquietante. Aquel lejano 2003 que supuso el adiós de Vicente del Bosque y Fernando Hierro demostró que no es sencillo reemplazar al entrenador y al capitán sin abrir boquetes en el vestuario. Dos agravantes y un atenuante matizaron el arranque blanco. La marcha de Raphael Varane desmontaba por completo el eje defensivo del último lustro, y el fichaje frustrado de Mbappé generó la sensación inicial de equipo incompleto. Para compensar tanta desazón llegó el diplomático Carlo Ancelotti, acogido con frialdad arrastrando la leyenda, quien sabe si interesada, de consentir demasiado a los futbolistas.
Con esas premisas y los refuerzos de Alaba y Camavinga, el Madrid dominó el campeonato desde el primer instante, aunque fue matizando sus maneras de ganar. Saltó a Mendizorroza con Bale y Hazard como titulares, y de hecho el galés hizo el primer tanto del torneo. El nuevo entrenador llamaba a filas a dos jugadores franquicia, por calidad y por sueldo. La paciencia duró poco, en cuatro jornadas estaban fuera del equipo.
El liderazgo corrió a cargo de Benzema, autor de un doblete en Vitoria y punto de referencia del ataque blanco de principio a fin. “Fugado Messi, Karim aspira al trono liguero”, se leyó un día de agosto, como una premonición satisfecha con el Pichichi, LaLiga y una temporada extraordinaria, digna de un Balón de Oro. Veremos.
Desde el arranque, Karim tuvo un socio imprescindible. Vinicius Junior, que arrancó como suplente, se transformó en el futbolista que soñaba ser. Eléctrico, vertiginoso y, al fin, decisivo. El trabajo para mejorar la toma de decisiones asombró en un arranque imponente de temporada, frenado ante el Villarreal.
Fue la primera prueba de confianza en Ancelotti. El empate ante los amarillos y las derrotas frente a Sheriff y Espanyol pusieron en discusión la validez del entrenador italiano. Su respuesta, muy al estilo Zidane -el francés fue su segundo en la anterior etapa-, fue aparcar las rotaciones masivas y confiar en el grupo de pesos pesados, especialmente en el centro del campo.
Casemiro, Kroos (lesionado al inicio) y Modric tuvieron un peso indiscutible en la reacción marcando el estilo y el juego. Con actuaciones brillantes, especialmente en Granada, con un 1-4 protagonizada por sus centrocampistas. En los siguientes 11 encuentros, hasta el parón invernal, nueve victorias y dos empates, ambos en casa ante equipos cerrados, Osasuna y Cádiz, ante porteros estelares, Ledesma y Sergio Herrera. Pero la firmeza del Madrid se reflejó también en sus excelentes números defensivos, con la perfecta mezcla entre la agilidad de Militao y la jerarquía de David Alaba. Por detrás, Thibaut Courtois como protagonista, sólo seis goles encajados en esos once encuentros que cimentaron el título liguero. Porque el Madrid mostró superioridad ante el Barcelona, carácter para remontar al Sevilla, autoridad frente al Atlético, capacidad de sufrimiento ante el Athletic y solidez ante la Real, todos derrotados por fútbol y goles (los leones por partida doble) antes del parón navideño.
La segunda derrota del curso, en el Coliseum ante el Getafe, se dio por sepultada con la goleada al Valencia y la conquista de la Supercopa, pero las apreturas del calendario y las lesiones restaron continuidad al líder. El empate ante el Elche en casa y la igualada en La Cerámica ofrecieron la sensación de que LaLiga se apretaba, falsa como demostraron cuatro victorias consecutivas ante Alavés, Rayo, Real Sociedad -brillantísima- y Mallorca.
El Clásico brindaba la posibilidad a los blancos de sentenciar LaLiga. Venían además de la proeza ante el PSG. El equipo azulgrana fue incontestable en el Bernabéu y muchos echaron cuentas sobre una hipotética remontada culé en el torneo. Se daba por descontado que los de Xavi lo ganarían todo, y el Madrid, agotado, pincharía al menos en tres partidos.
El fútbol desmontó todas las teorías una a una. Cuatro victorias consecutivas tumbaron toda oposición, remontando primero en Balaídos la tarde los tres penaltis -dos indiscutibles-, batiendo al Getafe con contundencia y regalando otro partido memorable en el Sánchez Pizjuán. La segunda mitad ante el Sevilla demostró toda la convicción, la fortaleza, los recursos y el juego que construyen a un campeón. Las señas con las que ganó después en El Sadar. Así llegó al duelo contra el Espanyol, jornada 34, con cinco aún por disputarse, a un solo punto de alzar el trofeo liguero. No hay debate. El Madrid no admite discusión.
LO QUE VALE UNA LIGA
El Real Madrid ha ganado su 35ª Liga, hecho por tanto habitual en la historia del club, pero que hay que poner en contexto. Es sólo la tercera Liga de Luka Modric, que llegó al club en 2012, o la cuarta de Karim Benzema (2009). En el segundo periodo más exitoso en la historia del club, la Liga ha sido un artículo de lujo para el Madrid, lo que alimenta las teorías conspirativas sobre el nuevo escenario que se instauró a principios de los noventa en el fútbol español, a raíz de los Tenerifazos. Es decir, cuando cuajó la idea de que esquilmar al Madrid salía gratis. O era incluso jaleada desde muchos sectores de un negocio que, en gran medida, depende del propio Madrid.
Desde 1991, año del primer suceso del Heliodoro, más propio de El Caso que de MARCA, el club blanco ha ganado diez veces el campeonato español, lo que le permite mantenerse en la cima del palmarés a pesar de los 16 títulos del Barcelona desde entonces, el gran beneficiario del nuevo orden del fútbol español, cuyas raíces son mucho más profundas de lo que indican los audios filtrados entre Geri y Rubi, una minucia. El Madrid compite en contextos abiertamente hostiles, pese a lo cual sigue ganando títulos nacionales con cierta regularidad. A estas alturas resulta evidente que al club blanco le resulta más fácil campeonar en Europa que en España. No hace falta ser Sherlock Holmes para atar cabos.
Cierto es que en el Madrid, en la afición e incluso en el club (no en el vestuario), se da una importancia relativa al título nacional. Se cree que exige mucho esfuerzo y que concede pocos beneficios, casi nulos comparados con los dividendos de la Champions, que es siempre el gran objetivo del club, tanto a nivel económico como deportivo y de imagen. En cierto modo, se trata también de evitar que la Liga la ganen ‘los otros’, que en el caso del Madrid son prácticamente todos. Desde los consumados vendedores de crecepelo a los presuntamente incomprendidos. Unos parecen conformarse con la foto de los cuatro deditos en el Bernabéu, que podría, al tiempo, acabar computando como un título, como las Copas de Ferias. Otros quedaron retratados de nuevo al hilo de un posible pasillo, considerado intolerable en base a los argumentos más peregrinos.
En resumen, nada nuevo bajo el sol. Mientras unos cabalgan, otros ladran.
Agencias / Imagenes RealMadrid.com